_
_
_
_
_

Una nave espacial europea llega por primera vez a la órbita de la Luna

El viaje de la 'Smart 1', equipada con un nuevo motor iónico, ha durado casi 14 meses

Una nave espacial europea llegó ayer a la Luna por primera vez. Se trata de la Smart 1, una sonda experimental que se colocó en órbita del satélite natural de la Tierra tras un viaje de 14 meses diseñado fundamentalmente para probar un nuevo y futurista sistema de propulsión espacial: el motor iónico alimentado por los paneles solares de la nave. Ahora, Smart 1 irá ciñendo su recorrido alrededor de la Luna hasta alcanzar su órbita de trabajo. Será a mediados de enero, y entonces empezará la fase de observación lunar de la misión, que durará seis meses.

La nave europea encendió una vez más su motor iónico el pasado lunes y unas horas después se acercó hasta unos 5.000 kilómetros de la superficie lunar. A partir de ese momento empezó a trazar su primera órbita alrededor de la Luna. El motor seguirá encendido casi continuamente durante cuatro días en esta maniobra clave de adquisición de la órbita; después funcionará intermitentemente para estabilizar la nave en su posición orbital lunar definitiva, a mediados de enero, informó ayer la Agencia Europea del Espacio (ESA).

La trayectoria de trabajo, desde la que los instrumentos de la nave cumplirán sus observaciones científicas, se acercará hasta 300 kilómetros sobre la superficie lunar por encima del polo Sur y 3.000 kilómetros sobre el polo Norte. En seis meses -prorrogables- se cartografiarán la topografía y mineralogía de la Luna. El control de la nave se hace desde ESOC, el centro de operaciones de la ESA en Darmstadt (Alemania).

Desde su lanzamiento en la base espacial europea de Kourou (Guyana Francesa) el 27 de septiembre de 2003, la Smart 1 ha recorrido más de 84 millones de kilómetros, cuando la distancia media entre la Tierra y la Luna es de 384.400 kilómetros. La nave ha seguido una trayectoria muy larga dando vueltas alrededor del planeta cada vez más amplias hasta que ha llegado a las proximidades del satélite natural y se ha hecho atrapar por la atracción gravitatoria de éste.

Pero durante el larguísimo recorrido, equivalente a un viaje interplanetario, los ingenieros de la ESA han podido comprobar el funcionamiento correcto del motor iónico. En total, la nave ha cumplido 332 órbitas alrededor de la Tierra, encendiendo su motor 289 veces (3.700 horas de operación en total) durante la fase de crucero. "En general, el motor ha funcionado extremadamente bien, permitiendo que la nave llegara a la Luna dos meses antes de lo inicialmente previsto", declaró ayer la ESA en un comunicado.

El motor iónico funciona con gas xenón al que se aplica una carga eléctrica para arrancar los electrones de los átomos y crea un gas ionizado. Este gas se hace pasar por un campo eléctrico en la parte trasera del motor y es expulsado imprimiendo un empuje a la nave en sentido contrario. Del suministro eléctrico se encargan los paneles solares, por lo que este modo de propulsión se denomina solar-eléctrica. La ESA cuenta con utilizar este sistema de propulsión en futuras misiones de exploración planetaria.

Smart 1 ha consumido hasta ahora 59 kilos de xenón de los 82 que llevaba, por lo que los responsables de control de la nave pueden hacer la maniobra actual de colocación en órbita con holgura y acercar la nave más de lo previsto al suelo lunar, lo que favorecerá las observaciones. El combustible extra también servirá para enviar la nave a una órbita estable al finalizar la misión.

Smart 1 es un cubo pequeño, de un metro de arista, lleno de dispositivos, cámaras y sensores avanzados. Con sus dos paneles solares desplegados, mide 14 metros de largo y tenía una masa de 367 kilos cuando salió de la Tierra. Su coste ha sido de 110 millones de euros. Unos 170 ingenieros y científicos, así como una veintena de empresas europeas, han participado en su diseño y construcción, liderado por la Corporación Espacial Sueca.

La misión incluye una decena de experimentos científicos y tecnológicos, varios de ellos ya cumplidos durante el viaje a la Luna, como un ensayo de comunicaciones por láser en lugar de radiofrecuencias, y un nuevo sistema de navegación autónomo, además del propio ensayo del motor.

En la fase de estudio de la Luna los científicos pretenden averiguar, con las observaciones que realicen los sensores de la nave, si es correcta la hipótesis que sugiere que la Luna se formó hace unos 4.000 millones de años a partir de los fragmentos generados en el impacto contra la Tierra de un cuerpo del tamaño de Marte. Además, los investigadores quieren estudiar los procesos de formación geológica, la geoquímica y el impacto de asteroides contra la superficie lunar.

La Tierra, vista por la sonda <i>Smart 1</i> el pasado 28 de octubre.
La Tierra, vista por la sonda Smart 1 el pasado 28 de octubre.ESA

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_