"Contemplo la posibilidad de que Arafat sufriera un envenenamiento"
"¿De qué ha muerto? Queremos la verdad", es la frase repetida mil y una veces estos días en el mundo árabe, donde la tesis de que el líder palestino, Yasir Arafat, murió envenenado cobra cada día más fuerza. Lo que comenzó siendo un rumor, ha terminado por estar en boca de dirigentes palestinos, reputados toxicólogos y de uno de los médicos personales del rais palestino, Ashraf al Kurdi. Todos ellos piden que Francia haga públicos los informes del hospital de Percy, donde murió Arafat el pasado jueves, y que se realice una autopsia para determinar la causa exacta del fallecimiento.
"Contemplo la posibilidad del envenenamiento porque el resto de las enfermedades causantes de los síntomas que padeció Arafat en sus últimos días [bajada de plaquetas en la sangre, fuertes dolores abdominales, diarrea y vómitos] las fuimos descartando una por una", sostiene el doctor Kurdi, amigo íntimo del líder palestino y su médico personal durante más de 20 años. Este neurólogo jordano, que acompañó al presidente palestino durante sus últimas horas en la Mukata (cuartel general) de Ramala y que tomó la decisión de enviarlo al extranjero para que fuera examinado, no se conforma con la escueta explicación oficial de los militares franceses y no entiende por qué ni Suha Arafat ni el equipo médico quieren desvelar las causas de la muerte del rais. "Sólo me queda pensar que ocultan algo", sostiene el que fuera ministro de Sanidad jordano en un encuentro con este diario en Beirut, donde asiste a un congreso de neurología.
"No se entiende por qué ni Suha ni los médicos franceses desvelan las causas de la muerte"
"Pensé en la posibilidad del envenenamiento y pedí un análisis, pero no había modo en Ramala"
"En la Mukata me dijo que tenía un fuerte dolor abdominal, pero no tenía fiebre"
"Cuando Arafat se fue a París me hablaba y era plenamente consciente de todo"
"El 29 de octubre llegué a Ramala para visitar a Arafat en la Mukata, alertado por el agravamiento de su salud y tras la llamada de los dirigentes palestinos, que hasta entonces no me consideraron necesario. Llevé conmigo a un equipo de médicos jordanos, incluido un hematólogo y un especialista en aparato digestivo. 'Me encuentro agotado, estoy exhausto, no tengo hambre y he perdido la energía', me dijo [Arafat] nada más verme. Había perdido peso, pero hablaba y se movía con total normalidad. Me dijo que tenía un fuerte dolor abdominal, pero no tenía fiebre. Después de examinarle me reuní con el resto de los doctores -en total éramos 16, un equipo tunecino, otro egipcio y nosotros- y llegamos a la conclusión de que la única anomalía que padecía era una insuficiencia de las plaquetas en sangre", asegura Kurdi, quien explica que este trastorno puede ser causado fundamentalmente por tres enfermedades: cáncer, infección vírica o bacteriana. "El cáncer fue descartado tras someterle a una punción de la médula ósea, y una infección le hubiera dado fiebres muy altas; sin embargo, a él no le subió la temperatura hasta mucho más tarde, cuando ya estaba en París. Además, hasta ese momento, los glóbulos blancos estaban bien; la velocidad de sedimentación en sangre, también, y la analítica vírica estaba en un nivel normal", asevera Kurdi, de 66 años, formado en Irak, Londres y Estados Unidos.
"Fue entonces cuando empecé a pensar en la posibilidad de un envenenamiento y pedí que le hicieran un análisis toxicológico, pero me respondieron que no había ni técnicos ni material en Ramala para hacer ese tipo de exámenes, y decidí trasladar a Yasir Arafat al extranjero lo antes posible. Escribí un informe que reflejaba la situación y los otros 15 doctores lo firmaron. Entonces fui a ver a Arafat y le dije: 'Tienes que ir al extranjero para que te hagan unos análisis que no te pueden hacer aquí. Me dijo enseguida que sí. Le pedí que eligiera entre Francia y Alemania y eligió París. Fui a ver a Abu Mazen y a Ahmed Qurei y al resto de líderes de Al Fatah y a todos les pareció bien la decisión. A las cinco horas, el presidente francés, Jacques Chirac, había enviado un avión a Ammán, adonde llegamos desde Ramala en helicópteros jordanos. Y ahí me quedé. Sólo subieron al avión seis médicos del equipo tunecino, tal y como pidió Suha Arafat".
A partir de entonces la esposa del rais controló los partes médicos y ni Kurdi ni los miembros de la dirección palestina recibieron información alguna. "A no ser que los palestinos tengan más información de la que dicen tener", matiza el neurólogo. Trece días después, Arafat había muerto.
El doctor Kurdi y Yasir Arafat se conocieron en la década de los ochenta en Beirut, durante la guerra de Líbano. Desde entonces Kurdi visitó periódicamente al rais por todo el mundo y siguió de cerca la evolución de su salud. Desmiente que el líder palestino padeciera Parkinson. "El temblor de las manos y los labios era una alteración benigna, y con la medicación que tomaba era suficiente para contenerlo". Y reconoce que Arafat sufrió trastornos de personalidad a partir de un accidente aéreo en 1992, que, como otros acontecimientos de su agitada trayectoria, estuvo a punto de costarle la vida. El avión en el que Abu Ammar (su nombre de guerra) viajaba de Sudán a Túnez desapareció en el desierto libio. "Le llevaron a Túnez. Allí se volvió agresivo y desinhibido. Tenía una hemorragia cerebral, así que lo trasladamos a Jordania, donde le operamos y se curó. Desde entonces tomaba un medicamento para mejorar el riego sanguíneo, pero no le quedaron más secuelas", asegura este especialista en desórdenes de la motricidad y el equilibrio, de rostro cansado y mirada perdida. Son precisamente los rastros de aquella intervención los que hicieron pensar en un principio a los médicos que le atendieron cuando su salud empeoró hace unas semanas en un cáncer de cerebro. Diagnóstico que enseguida descartaron.
Arafat logró sobrevivir a sus dolencias y llegó hasta los 75 años. Pero los últimos tres años, confinado en pésimas condiciones en su cuartel general de Ramala por mandato de las autoridades israelíes, hicieron especial mella en un rais cansado y ya mayor". Había unas 200 personas allí dentro y se encargaban de cuidarle. Le preparaban su comida, vegetariana, e intentaban que estuviera bien. Pero era un recinto cerrado, con poco oxígeno y escasez de agua para lavarse y limpiar los cacharros. Apenas había sitio para moverse y hacer algo de ejercicio. Sin duda esto le afectó". ¿Lo suficiente como para terminar acabando con su vida? "No lo podemos saber, los informes médicos de París y una autopsia es lo único que podría mostrarnos la verdad. Nuestra religión permite la autopsia siempre que haya dudas acerca de la causa de la muerte, y éste es uno de estos casos", sostiene Kurdi, quien ha pedido por televisión a las autoridades francesas que desvelen el día, la hora y las circunstancias de la muerte de Yasir Arafat.
Pero, por el momento, no parece que su petición ni la de la Autoridad Palestina, que el pasado lunes solicitó formalmente el historial médico de su dirigente, vayan a prosperar. El secreto médico y la falta de información contribuyen a alimentar todo tipo de hipótesis acerca de la muerte de Yasir Arafat. Entre ellas, la de que el presidente palestino murió enfermo de sida, posibilidad que gana adeptos en Internet y que investigan los servicios secretos israelíes, según publicaba ayer el diario Maariv. Sin embargo, la mayoría de los palestinos cree firmemente que su presidente fue envenenado por los israelíes, igual que lo fue el líder de Hamás, Jaled Meschal, en 1997.
Para los palestinos, esta tesis "no es sólo un rumor, es una convicción profunda y muy lógica. Los israelíes han intentado deshacerse de Arafat desde la llegada de Sharon al poder", en palabras de Leila Chahid, la delegada palestina en Francia.
Kurdi no acaba de creerse lo que está viviendo e intenta dar respuesta a sus propias preguntas. "Si ha sido un veneno, ha tenido que ser fuerte para matarlo tan rápido. Todavía no me lo creo", se lamenta. "Cuando se fue a París me hablaba y era plenamente consciente de todo. Él y yo pensamos que iría, le harían los análisis toxicológicos y volvería enseguida. Pero no ha sido así". Yasir Arafat murió el 11 de noviembre de 2004 por causas aún no hechas públicas. Los palestinos esperan conocerlas pronto, según establece su libro sagrado, el Corán: "Hemos creado para cada muerte una razón".
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