La paradoja texana: las empresas necesitan más migrantes, mientras Trump busca expulsarlos
Según la Reserva Federal de Dallas, en medio de la cruzada migratoria de la Administración republicana, los negocios dependen cada vez más de la mano de obra extranjera

El mercado laboral de Texas enfrenta una paradoja: a medida que las empresas dependen cada vez más de trabajadores extranjeros, las políticas migratorias de la Administración Trump están dificultando mantenerlos en plantilla. Un estudio de la Reserva Federal de Dallas revela que este hecho está limitando el crecimiento del empleo en el Estado. Según la investigación, realizada a partir de las Encuestas locales de Perspectivas Empresariales, una de cada cuatro compañías texanas depende actualmente de mano de obra migrante, lo cual representa un aumento de casi el 10% respecto al periodo anterior.
A diferencia de otros años, cuando la principal preocupación era contratar personal nuevo, las empresas ahora luchan por conservar a los empleados que ya tienen. Las encuestas de julio pasado revelan que el 13% de las compañías consultadas reportó un deterioro en su capacidad para contratar o retener trabajadores, mientras que apenas un 2% dijo tener mejoras. Los sectores más afectados son la manufactura, los servicios y el comercio minorista.
Las nuevas políticas migratorias de la Casa Blanca impactan directamente en este asunto. Cuatro de cada diez de los negocios que reportan dificultades aseguran que sus empleados han faltado al trabajo alguna vez por miedo a las redadas del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés). “Residentes y contratistas con problemas de estatus legal, que durante años han trabajado con normalidad, están repentinamente aterrorizados”, afirmó un profesional del sector inmobiliario. “Están renunciando, escondiéndose, evitando lugares que solían frecuentar y negándose a viajar”.
Mientras, un ejecutivo de una oficina de turismo explicó que “la industria hotelera depende de trabajos intensivos en mano de obra: limpieza, jardinería, alimentos, bebidas”. Sin embargo, dijo, “muchos empleados ahora tienen miedo de presentarse”. Un comerciante minorista añadió que ha notado “una caída en las ventas a clientes extranjeros” y “una disminución periódica del número de compradores debido a redadas del ICE en el área”.
Por otra parte, casi el 60% de las empresas afectadas asegura que no puede contratar trabajadores calificados porque estos no tienen permisos de trabajo o estatus legal. Otro 49% reporta una caída en las solicitudes de empleo por parte de personas nacidas en el extranjero. Más aún, la Reserva Federal texana advierte que sus encuestas probablemente subestiman el impacto real, puesto que no incluyen sectores que dependen fuertemente de trabajadores inmigrantes, como la construcción o la agricultura.
Entre 2021 y 2024, Texas asimiló cerca del 10% del incremento migratorio nacional. Muchos de ellos, beneficiarios de permisos de trabajo temporales, se sumaron legalmente al mercado laboral, ayudando a las empresas a cubrir sus vacantes, fundamentalmente durante la recuperación por la pandemia. Esas condiciones se han revertido por las nuevas restricciones, que incluyen revocaciones de permisos laborales, lo cual ha dejado a las compañías en una posición vulnerable.
Ante la dificultad para contratar o retener personal migrante, los negocios afectados han aplicado estrategias de emergencia. La más común es aumentar las horas de trabajo a sus empleados, una medida que aumenta la productividad a corto plazo, pero causa fatigas y deteriora la calidad de vida. Otras compañías han intentado compensar con aumentos de salario y beneficios adicionales, además de intentar contratar a ciudadanos estadounidenses y residentes legales. Sobre esto último, el documento advierte que es una solución limitada. “Si esos trabajadores estuvieran fácilmente accesibles, las empresas los habrían contratado desde el principio”, explica el informe.
Asimismo, un 20% de las compañías afectadas están considerando recurrir a programas de visas temporales, aunque con poco optimismo. “Los programas de visas son casi imposibles de navegar y costosos”, dijo al respecto un ejecutivo del sector de los servicios. “Además, tememos que empresas que contrataron ilegalmente antes busquen ahora a nuestros empleados y empujen los salarios al alza”, añadió.
Una cuarta parte de las firmas encuestadas ya recurre a contratistas o a la subcontratación, y un 3% ha comenzado a mover operaciones fuera del país. “Parte de nuestra fuerza laboral tiene visas H-1B”, manifestó un empresario. “La incertidumbre y las revocaciones han paralizado la movilidad laboral. Muchas compañías prefieren evitar el riesgo y trasladar el trabajo al extranjero. Y ese trabajo probablemente no regrese”, dijo también.
Durante años, el empleo en Texas creció por encima del promedio nacional, impulsado por la migración tanto nacional como internacional. Sin embargo, con las nuevas restricciones migratorias, la tasa de crecimiento cayó por debajo de su tendencia histórica del 2% anual. La pregunta, de acuerdo con la Reserva Federal, es si esta desaceleración refleja una caída en la demanda o una contracción de la oferta laboral. Los datos apuntan a lo segundo: la tasa de desempleo se mantiene baja (4,1%), las vacantes continúan estables y los salarios creciendo, así que la demanda persiste, aunque no logra satisfacerse.
De acuerdo con el estudio, el hecho de que se reduzca la fuerza productiva migrante podría no aumentar el desempleo, pero sí ralentizar el crecimiento económico. Para 2031, la Reserva Federal espera que todo el crecimiento poblacional de Estados Unidos provenga de la inmigración. “Las políticas actuales no solo están moldeando el presente del mercado laboral texano, sino también los límites de su crecimiento futuro”, concluye el estudio.
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