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Crónica:FÚTBOL | Liguilla de la Copa de la UEFA
Crónica
Texto informativo con interpretación

Al Sevilla le falta un galón

40.000 seguidores vieron la espesa victoria del equipo andaluz ante el Aachen, un segunda alemán

El Sevilla ha pasado con nota bastantes asignaturas desde que, hundido en la Segunda, se rebeló contra su suerte y se juró a sí mismo que nunca volvería a pasar hambre. Ahora juega en Europa, en la Copa de la UEFA, en una competición que abarca un espectro tan amplio de naciones y equipos que obliga a los sevillistas a hacerse cargo del juego, a que la emboscada se la hagan otros.

Ayer, frente al Alemannia de Aachen, el Sevilla mostró la embriaguez que le ataca cuando se le supone -incluido para él mismo- que tiene que ser el que parta la pana, el que elija los tiempos y los ritmos. Aún le queda un peldaño. O sacudirse un miedo. Pero todavía le tienta tirarse a la cueva, cuando ya le toca demostrar más variables, más capacidad, más calidad, más oficio.

SEVILLA 2, AACHEN 0

Sevilla: Esteban; Sergio Ramos, Javi Navarro, Pablo Alfaro, David; Martí, Renato; Jesús Navas, Baptista (Jordi, m. 85), Fernando Sales (Daniel Alves, m.66); y Aranda (Carlitos, m. 87).

Alemannia Aachen: Strauss; Landgraf (Iwelumo, m. 77), Klitzpera, Sichone, Blank; Brinkman, Plasshenrich; Sergio Pinto (Bruns, m. 66), Fiel (Scharping, m.77), Michalke; y Meijer.

Goles: 1-0- M. 6. Aranda remata a la red un rebote frente a puerta fruto a pase de Navas.

2-0. M. 77. Baptista de penalti.

Árbitro: Dejan Delevic. (Yugoslavia). Amonestó a Brinkman, Aranda, Landgraf, Sichone.

Unos 40.000 espectadores en el Sánchez Pizjuán.

El Alemannia de la ciudad conocida en castellano como Aquisgrán, no es más que un segunda división alemán que se clasificó para Europa por llegar a la final de su Copa. En la primera mitad del encuentro de ayer, no llegó a dominar porque, simple y llanamente, está más que escaso de calidad. Al menos para una competición continental. Pero tuvo el balón, disfrutó de oportunidades y llegó a maniatar al Sevilla.

El conjunto que dirige Joaquín Caparrós ha demostrado de sobra que lo de defender lo tiene más que solventado. Otra cosa es el centro del campo o, mejor dicho, los papeles asignados a los jugadores que ocupan el doble pivote. Renato Martí son, por separado, dos jugadores válidos. Cabe discutir si funcionan bien juntos. Los genes le tiran a recular a los centrocampistas sevillistas. Hasta esta temporada, era una opción más que válida realista y de la que se han sacado mágnificos réditos. Pero este Sevilla es otro y se enfrenta a otro ecosistema en el que ya no le vale ir de presa, usar la astucia para golpear al paquidérmico depredador. Ahora les toca envidar a grande (y a pares si se dan las circunstancias), pero les cuesta.

Martí anda falto de la chispa física que exhibió el pasado curso y Renato, hasta el momento, ha mostrado poco valor cuando se trata de sacar la pelota con intención. El resultado es un océano entre líneas. Todo depende de que un pase llegue a Baptista y que éste se lleve medio equipo contrario a cuestas y que meta la pelota. La calidad en las bandas que debían de aportar Sales o Navas queda a expensas de que uno de los pelotazos que mandan los zagueros o los mediocampistas le llegue medio bien. Al Sevilla le resta aún crecer en el fútbol de dominio, tejer el juego cuando no se puede acudir al pelotazo. Ser un grande.

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