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Maragall pone Cataluña "al servicio de España" como "punta de lanza" en China

El presidente catalán quiere más presencia económica, política y cultural en el gigante asiático

Francesc Valls

El capital chino debe invertir en Cataluña, pero ese trato tiene que ser recíproco. Si el primer día el presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall, insistió en la primera parte de esa premisa, ayer enfatizó la segunda durante su segundo día de visita a China. Ya que el Gobierno español ha dado prioridad a Cataluña en su apuesta por Asia, el presidente de la Generalitat sostuvo ayer que Cataluña "debe ponerse al servicio de España para hacer de punta de lanza de la penetración, en el mejor sentido de la palabra, económica y cultural, del gigante asiático".

Maragall sirvió ayer en Pekín otra ración de esa España plural que tanto excita a algunos socios del Gobierno tripartito e incluso a algunos de quienes le acompañan en este viaje a China: en concreto, el jefe de la oposición, Artur Mas. Lo afirmó en la Embajada española en Pekín y horas después durante su entrevista con el número cuatro del régimen, Jia Qinglin, presidente de lo que sería el Senado, una cámara que no está en la Constitución china, que la denomina Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino.

"Cuando visito un país de más de 1.000 millones de personas tengo la idea de que debo asociarme con alguien más", subrayó el presidente de la Generalitat, convencido de que la apuesta de España por Cataluña en los asuntos de Asia tiene que servir para que la comunidad que él preside se convierta en "la puerta de Oriente". Lo avalan la ubicación de la Casa Asia en Barcelona, la buena amistad entre Shanghai y la capital catalana y que Barcelona es el modelo olímpico del Pekín de 2008. Y ahí introdujo la variable asimétrica maragalliana que tan nerviosos pone a algunos compañeros de partido, especialmente en Madrid. Porque si Cataluña actúa de puerta oriental debe incrementar "su presencia comercial, política y económica en China".

El presidente de la Generalitat remachó el clavo asegurando que estaría muy contento de asistir el próximo sábado a la final del mundial de hockey sobre patines en Macao (China), en el que participa la selección catalana. A la pregunta de quién le gustaría que ganase en el caso de una final del Mundial A en 2005 si se enfrentasen España y Cataluña, Maragall respondió: "Esa es la pregunta del millón; yo estoy con el reglamento de las federaciones internacionales y ellas deben decidir; el problema del resto de España es que no tiene nombre". En la embajada había arqueo indisimulado de cejas por parte de algún alto funcionario.

Entre esa doble devoción catalana y española, Maragall también quiso insistir en la necesidad de unir la Península Ibérica y China con seis vuelos semanales. Eso lo reiteró ante el presidente de esa cámara que actúa a modo de Senado, ante la que insistió en la preocupación catalana por el trato que la propiedad intelectual recibe en China -las copias están a la orden del día-, así como la necesidad de que Cataluña sea la puerta de entrada a Oriente para España y el sur de Europa. Jia Qinglin, haciendo un acopio de los datos recogidos durante su visita del pasado mes de septiembre a España -Madrid y Barcelona-, felicitó a Maragall "por los juegos olímpicos culturales" -se refería al Fórum de las Culturas- y agregó impresionado por las bondades culturales de la convención barcelonesa: "Han puesto una planta depuradora bajo ese gran centro de convenciones".

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