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Reportaje:

Una vacuna contra el escepticismo

El ensayo sobre la malaria rompe los enfoques médicos tradicionales

Pocas veces un fármaco que resulta eficaz en un 58% de los casos ha recibido tantos parabienes. Pero el ensayo de la vacuna contra la malaria que ha dirigido en Mozambique el médico madrileño Pedro Alonso, del hospital Clínic de Barcelona, ha sido unánimemente valorado.

"Los resultados de este ensayo constituyen un hito en la investigación de una vacuna contra la malaria", ha dicho Marie-Paule Kieny, directora de la Iniciativa para la Investigación en Vacunas de la Organización Mundial de la Salud (OMS). "Aunque la tasa de inmunización sea inferior al 80% a que estamos acostumbrados, es la primera evidencia de eficacia contra la malaria grave en niños", afirmó Kieny.

Habrá que acostumbrarse a este enfoque. Es la premisa con la que ya trabajan, por ejemplo, los investigadores que buscan una vacuna contra el sida. Conseguir una eficacia cercana al 100% será muy difícil, pero con proteger a más del 50% de la población en riesgo ya se habrá logrado un gran avance y se salvarán millones de vidas, indica la OMS.

Obtener la vacuna experimental ha sido un rompecabezas. Los científicos de Glaxo SmithKline (GSK) Biologicals tardaron más de 15 años en ponerla a punto. "Desde que empezamos a estudiarla pasó aún más tiempo, pero fue hace 15 años cuando decidimos cuál iba a ser el enfoque", dijo ayer por teléfono desde el laboratorio de Rixensart (Bélgica) Ripley Ballou, vicepresidente para Desarrollos Clínicos del centro.

La idea sobre la que han trabajado era lograr una respuesta inmunitaria frente a una de las proteínas de la cubierta del Plasmodium falciparum, el microorganismo que produce la enfermedad cuando entra en el cuerpo

humano por la picadura de la hembra del mosquito anopheles. De todas las fases por las que pasa el Plasmodium se escogió como diana la primera, llamada esporozoito. Pero aunque el blanco estaba claro, los resultados no llegaban.

Al final, la vacuna experimental es una mezcla de parte de la cubierta del Plasmodium introducida en trozos de una vacuna ya existente contra la hepatitis B, explicó el investigador. Con ello se consigue que los linfocitos encargados de combatir las infecciones aprendan a distinguir el Plasmodium, y lo ataquen cuando se produce un contagio.

"Los primeros ensayos positivos en una zona castigada por la malaria no los obtuvimos hasta hace unos tres años con adultos en Gambia", señaló Ballou. Pero no todos los obstáculos fueron científicos. "Hemos tenido que luchar también contra el escepticismo de muchos de nuestros colegas", añadió el científico. Los beneficios de la vacuna tardarán en generalizarse. "Los ensayos a gran escala no empezarán hasta dentro de año y medio, por lo menos. Como las principales víctimas de la malaria son niños muy pequeños, queremos hacer pruebas en bebés de hasta dos meses [hasta ahora se han probado en niños de más de un año]", afirmó Ballou. "Además, al rebajar la edad de vacunación hay que estudiar las posibles interacciones con las otras vacunas que se ponen a los niños", añadió. "Y todo ello sin dejar de hacer un seguimiento de los pequeños que han participado en el ensayo [2.022 en Mozambique]", declaró el investigador.

Hembra del mosquito anofeles, que transmite la malaria.
Hembra del mosquito anofeles, que transmite la malaria.

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