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La ONU acelera el despliegue de tropas en Haití ante la violencia

Los disturbios impiden la distribución de la ayuda humanitaria

Juan Jesús Aznárez

Brasil apremió el envío de las tropas de la ONU hacia Haití, porque los seguidores del ex presidente Jean-Bertrand Aristide, derrocado en febrero, reclaman a tiros su reinstalación en el cargo, y otras pandillas amenazan con impedirlo. Medio centenar de personas murieron en dos semanas. Los 200 infantes de Marina españoles desarrollarán sus trabajos humanitarios y de seguridad en un área distante de los choques de Puerto Príncipe.

"La situación de Haití es delicada. Mientras no se completen las fuerzas en el terreno va a ser realmente difícil", declaró el ministro de Exteriores brasileño Celso Amorím, cuyo país dirige la Misión de la ONU para la Estabilización en Haití (MINUSTAH) y desplazó, desde mayo, 1.200 militares como parte de un despliegue total de cerca 6.700 soldados y 1.600 policías cuando quede completado. El total presente en Haití asciende a 3.000 militares, de Brasil, Argentina, Chile, Uruguay, Nepal, Sri Lanka. Su misión es apaciguar los ánimos y evitar los choques frontales y el saqueo de los almacenes con ayuda humanitaria.

El objetivo no se ha conseguido, pese a la intervención de las tropas internacionales en varias detenciones y operaciones disuasorias. Dos soldados, un argentino y otro brasileño, resultaron heridos leves por arma de fuego. La inestabilidad en curso afecta fundamentalmente al miserable barrio Cité Soleil de la capital de un país que aún llora a los cerca de 3.000 muertos causados por el huracán Jeanne. La ciudad registra enfrentamientos desde la manifestación del pasado 30 septiembre, que denunció el golpe de Estado de 1991 contra Aristide, devuelto al poder tres años después por una invasión de marines estadounidenses. El 29 de febrero el ex cura salesiano fue derrocado por sus oponentes después de una sublevación de tres semanas y cerca de 200 muertos.

"Es casi imposible una respuesta humanitaria eficaz en una situación tan inestable", admitió Abby Maxman, director en Haití de la agencia humanitaria estadounidense CARE. Los tiroteos impiden el despacho de convoyes hacia las áreas asoladas por el huracán o el hambre. Otras dos personas murieron el jueves en Puerto Príncipe, cuyas barriadas recorren partidarios de Aristide subidos en camionetas, disparando al aire, blandiendo machetes e incendiando automóviles. Tres policías fueron decapitados en lo que sus asesinos denominaron "operación Bagdad". Las autoridades portuarias debieron ser socorridas por la policía y tropas de la ONU para contener a las hordas de saqueadores de depósitos de alimentos. EE UU evacuó a los funcionarios y empleados de Embajada no imprescindibles.

La detención del cura Gerard Jean Juste, dirigente del partido Familia Lavalás, fundado por el depuesto presidente, con cargos de incitación a la violencia, encrespó los ánimos de sus huestes. Paralelamente, un total de 237 ex soldados del desaparecido Ejército haitiano llegaron a la capital, a bordo de vehículos todoterreno, y dispuestos a la batalla campal. "Estamos preparados y esperando a que el Gobierno nos dé la orden de acabar con los bandidos", declaró a la agencia Efe el autoproclamado comandante Ravix Reminisinte, entre cuyas filas figuran algunos. "Se nos está acabando la paciencia", advirtió el miliciano en manifestaciones a emisoras locales.

Los ex soldados exigen su incorporación a las nuevas fuerzas de seguridad locales y ofrecieron sus "servicios" a la ONU. El grueso de la ciudadanía, cuyo quehacer principal es conseguir comida, optó por encerrarse en sus casas. Los dueños de los precarios comercios haitianos llamaron ayer a secundar una huelga contra la violencia.

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<i>Cascos azules</i> brasileños patrullan una calle de Puerto Príncipe.
Cascos azules brasileños patrullan una calle de Puerto Príncipe.AP

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