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Crítica:TEATRO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La desilusión de los magos

Javier Vallejo

Como los protagonistas de muchas de sus comedias, Paco Zarzoso y Lluïsa Cunillé guardan entre sí una simetría extraña y paradójica. Ella, introvertida, delega siempre el montaje de sus obras y jamás concede entrevistas. Él, en cambio, es asequible, y suele dirigir e interpretar cuanto escribe. Podrían ser el haz y el envés de la misma hoja de papel. Zarzoso escribe en castellano. Cunillé, en castellano y en catalán. A uno, le gusta envolver a sus personajes con aroma de neblina. A la otra, también, y ambos prefieren verlos un poco a la deriva antes que siguiendo un rumbo recto y claro. Hace diez años, decidieron crear una compañía, la Hongaresa de Teatre, junto a Lola López, actriz valenciana. Con la Hongaresa, han ido subiendo a escena muchas de sus obras, incluso una escrita a dúo en la distancia (Cunillé vive en Badalona y Zarzoso, en Puerto de Sagunto) y otra compuesta a dos manos, en un lugar intermedio. Aunque ambos tienden a situar sus personajes en un tiempo abstracto, en lugares imprecisos, y a hacerlos hablar con lenguaje ambiguo y silente, creo que, en el fondo, escriben motivados por impulsos diferentes. Zarzoso y Cunillé son tan simétricos y distintos entre sí como las protagonistas de su comedia Viajeras: una mujer que imagina mil mundos sin salir de casa, y otra que no para quieta, para no sentirse ahogada.

En Ilusionistas, de Cunillé,

montaje que la Companyia Hongaresa representa desde el miércoles próximo hasta el 2 de octubre en el Espai Lliure, de Barcelona, la autora sube a escena a tres hermanos: Alfredo, mago que no se resigna a que la edad de oro de las grandes ilusiones haya pasado sin él; Ágata, faquir que se atraviesa el corazón con un sable desde que un amor traicionero la dejó insensible, y Alicia, de profesión, escritora, y escapista por devoción, pues se deshace de ataduras y compromisos al instante. Los tres se reencuentran por casualidad en una ciudad absorta en la celebración de los Juegos Olímpicos, donde se sienten como extraterrestres en galaxia ajena. En esta ocasión, Cunillé explota con gracia el recurso al teatro dentro del teatro: incorpora orgánicamente las actuaciones de Ágata y los números mágicos de Alfredo, que utiliza a sus hermanas como partenaires. La primera escena de Ilusionistas se entreteje en torno al truco de la mujer partida en dos, ejecutado con soltura por Zarzoso y Rosa López, actriz cantante que se marca un par de bolerazos para acabar de trenzar la metáfora de la mujer despechada. En la función que vi, hará dos meses, en el pequeño recinto al aire libre que el equipo de El Canto de la Cabra acondiciona todos los veranos en el centro de Madrid, el público se comportó como si asistiera a un espectáculo de variedades de verdad: aplaudiendo cada número larga y generosamente. Incluso después del último, cuando Alicia (Lola López) pregunta a su hermano: "¿Qué pasa, por qué no aplauden?", los espectadores se pusieron a hacerlo de inmediato, como si la pregunta no proviniese del personaje sino de la actriz, y quisieran ahorrarle el disgusto.

La veta lírica que atraviesa Ilusionistas de cabo a rabo resalta más el sentido del humor de Cunillé, agudo y raro. Un ejemplo: la escritora escapista, que se hospeda en un hotel, pide por el teléfono interno que le suban una ginebra con hielo a la habitación y, antes de que transcurra una fracción de segundo, aparece el camarero con la bebida. Como Zarzoso asume todos los papeles masculinos sin transformar su fisonomía, Alicia, perpleja, le espeta al camarero: "¿Sabe que se parece usted mucho a mi hermano?". Y él responde sin pestañear: "No es la primera vez que me lo dicen". El diálogo que sigue, chispeante y absurdo, es un cruce entre los de Karl Valentin y los de Tono, una entrada de carablancas reinterpretada por Franz Johan y Gustavo Re. Ilusionistas, que se estrenó en el festival València Escena Oberta, comienza en la sala pequeña del nuevo Lliure una gira que llevará a la Companyia Hongaresa a Santiago de Compostela, Alicante, Bilbao, Oviedo y, de nuevo a Valencia, donde hará temporada en enero, en el teatro Rialto.

Ilusionistas. Barcelona. Espai Lliure. Del 22 de septiembre al 3 de octubre. Santiago. Sala Nasa. 29 y 30 de octubre.

Delante, Rosa López, y al fondo, Lola López, en 'Ilusionistas'.
Delante, Rosa López, y al fondo, Lola López, en 'Ilusionistas'.

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Sobre la firma

Javier Vallejo
Crítico teatral de EL PAÍS. Escribió sobre artes escénicas en Tentaciones y EP3. Antes fue redactor de 'El Independiente' y 'El Público', donde ejerció la crítica teatral. Es licenciado en Psicología, en Interpretación por la RESAD y premio Paco Rabal de Periodismo Cultural. Ha comisariado para La Casa Encendida el ciclo ‘Mujeres a Pie de Guerra’.

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