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VISTO / OÍDO
Columna
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Irak agoniza libre

En su generosidad infinita, Bush ha adelantado la liberación de Irak. Con discreción: de forma que no se enteren los iraquíes, que podrían enfadarse y recrudecer su lucha de resistencia. El nuevo gobierno quisling les libera de Sadam Husein, y al que juzgará, condenará a muerte, y ejecutará, tras de lo cual abolirá la pena de muerte. No creo que los degolladores de rehenes acepten esa forma de civilización: quizá se den cuenta de que la difusión continua de las espeluznantes ejecuciones levanta el público contra ellos y aprendan que el mal hay que hacerlo en secreto. En Estados Unidos no se ven escenas de condenados aullando por el corredor de la muerte, aparte de las drogas en la última cena y la absolución por el cura que les garantiza el paso a otra vida, que no existe. Vivimos sobre lo que nos engañan: Irak libre, vida eterna. Estados Unidos conseguirá que la ONU se haga cargo de su violencia: sus tropas llevan la bandera mundial para hacer el mismo trabajo.

Las nuestras no van: se lo dijo Zapatero a la cara a Bush, y los mejores patriotas, los antiguos y pudientes, le reprochan su mala educación. Y los mismos tipos están esperando que mande soldados a Afganistán, donde parece que son "legales" -¡qué engaños!- para echarse encima. Yo, también. No quiero soldados de ningún sitio en ninguna guerra. No es una manía. Es una formación tradicional, de lector selectivo, y de ciudadano que estuvo bajo una, las de los antepasados de los belicistas de ahora, y vio cómo mataban después de haber ganado. La historia no puede estar aparte: se repite, dice la frase. Tampoco es verdad: se continúa. Para ganar en Irak, Bush tiene que ganar en Europa, como hace con sus viajes y sus amenazas más o menos ocultas, o los intercambios de favores económicos: no le es difícil. Tiene que ganar en la ONU, a la que ya coaguló: dejó de pagar sus gigantescas cuotas, porque la Asamblea General tenía países hambrientos que contaban en contra, cuando creyeron que podían formar un verdadero bloque, y por el veto soviético o el chino en el Consejo de Seguridad. Es el razonamiento del momento, que parece justo para los moralistas: ¿por qué voy a ayudar a quien no me deja hacer lo que quiero? La historia no es de neo, de sobresalto, de sucesos: es un largo continuo.

(Quisling: palabra europea del nombre de Vidkin Quisling, primer ministro de Noruega, ocupada por los nazis. Le fusilaron cuando ganaron los otros).

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