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Reportaje:

Estrenarse en el atasco

Los 148 agentes de circulación desarmados comienzan a regular el tráfico acompañados de policías veteranos

Antonio Jiménez Barca

¿Qué siente uno si le dejan a las siete de la mañana en medio de la madrileña plaza de Cibeles y le dicen "hala, controle usted los coches que vienen"? "Pues nada", explica Jorge Arenas; "un poco de nervios cuando se piensa en si no se va a hacer del todo bien". Arenas, de 29 años, es uno de los 148 agentes de movilidad que ayer se estrenaron en las calles de la capital con un cometido: sustituir paulatinamente a los policías municipales a la hora de regular el tráfico en cruces difíciles.

A finales de año, si las previsiones del Ayuntamiento se cumplen, la Policía Municipal dejará de encargarse de muchas labores relacionadas con la circulación con el fin de ganar efectivos para luchar contra la delincuencia.

Los nuevos vigilantes, sin pistola, vestidos con uniforme moderno azul oscuro, chaleco amarillo-reflectante y gorra beisbolera estilo Iñaki Sáez, se apostaron en cruces neurálgicos de la capital: plaza de Cibeles, Puerta del Sol, esquina de las calles de Alcalá y Goya...

Todos habían recibido clases teóricas de regulación de tráfico. Claro que no es lo mismo ver un embotellamiento en una pizarra que verlo abalanzarse sobre uno en medio de una glorieta. Para que el choque entre la teoría y la realidad no resultara demasiado impactante, todos estos aspirantes a guardias estuvieron acompañados ayer -y lo estarán durante un mes- por policías municipales veteranos. "Nos indican dónde apostarnos, cómo movernos, nos enseñan trucos sobre los lugares concretos", explica Arenas. El principal problema, según este agente, es que los automovilistas "obedezcan". "Los policías que están con nosotros nos enseñan a parar los coches con decisión, sin titubear".

Un automovilista, Federico Suárez, de 45 años, que ayer circulaba cerca de Cibeles, comentaba lo mismo desde otro punto de vista: "Hombre, lo malo es que creo que no les van a hacer caso. Si en esta ciudad no se obedece ni a los policías que llevan pistola... ¡Imagínese a éstos que van con gorrita!".

Los nuevos vigilantes estarán un mes acompañados de policías. Después, volarán solos. "Entonces nos enteraremos si valemos para esto o no", comenta Raúl Azaña, de 31 años, también apostado en el cruce de Cibeles. La fecha no es casual. Hoy, los niños reciben las vacaciones; desaparecen, por tanto, los autobuses escolares, y eso incide de forma positiva en la circulación. Después, a medida que el verano avance, las calles se irán vaciando y la tarea de estos guardias será más fácil.

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La intención del equipo de la Concejalía de Seguridad y Servicios a la Comunidad, a cuyo mando se encuentra el concejal Pedro Calvo, del PP, es que estos agentes se enfrenten a las calles, a modo de experimento, hasta finales de año. A partir de entonces, los definitivos agentes de movilidad -700 funcionarios elegidos mediante oposición- se harán dueños de la regulación de tráfico. Los 148 que ya lo hacen, funcionarios interinos, excedentes de las oposiciones a Policía Municipal, también deberán presentarse a las oposiciones y aprobarlas para obtener su plaza fija.

La idea de sustituir a los policías municipales por agentes desarmados para regular el tráfico no ha sido bien acogida por la oposición. El concejal socialista Óscar Iglesias aseguró la semana pasada que la medida no es positiva porque "cuando un policía realiza funciones de tráfico, al mismo tiempo está evitando que se cometan delitos con su presencia o combatiéndolos". Julio Misiego, de IU, declaró también que es preocupante el hecho de que los nuevos agentes "no tengan competencias en materia de seguridad cuando se van a encargar de regular un tema que genera tantos conflictos como la seguridad vial".

La Unión Nacional de Jefes y Directivos de Policía Local (Unijepol) auguró que el nuevo sistema "traerá más confusión al ya demasiado confuso panorama policial español" y afirmó que "funcionarios de escaso nivel se ocupan de atender un problema complejo".

Ayer, el día se saldó sin complicaciones. Los alumnos dieron su primera clase sobre el terreno sin que la ciudad sufriera más atascos de lo normal. Arenas y Azaña, al terminar su jornada, a la una de la tarde, parecían contentos y satisfechos. ¿Qué empuja a alguien, además del sueldo (1.200 euros al mes), a especializarse en regular atascos? "El sentirse policía. Siempre quisimos sentirnos policías", dicen los dos, casi al unísono, orgullosos.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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