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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Rebelión sin causa

No se sabe todavía si la rebelión de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, contra el aplazamiento de una parte de la Ley de Calidad de la Enseñanza (LOCE) forma parte de una nueva estrategia de oposición al Gobierno. Hace un año, recién celebradas las elecciones autonómicas, se consideraba que la Comunidad de Madrid sería el escaparate en el que la izquierda demostraría que es posible gobernar de otra manera. Luego vino lo que vino, los tránsfugas y la repetición de las elecciones, pero también el inesperado triunfo de Zapatero en marzo. Y es como si, invirtiendo las posiciones, fuera ahora el PP el que quiere convertir a Madrid en el espejo de su forma de gobernar a la vez que hace oposición a La Moncloa. Si es así, peor no podía haber empezado: invitando, a la manera de Ibarretxe, a una especie de desobediencia civil de los centros de enseñanza.

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Frente a algunas comunidades que, tras las elecciones, pretendieron dejar de aplicar la LOCE por las bravas, el Gobierno socialista ha buscado una fórmula legal que le permita cumplir su compromiso electoral sin crear un caos escolar. Puesto que una parte de la ley todavía no ha entrado en vigor, se aplaza la aplicación de esa parte por dos años, mientras que sigue aplicándose la ya vigente. En ese plazo es previsible que pueda consensuarse una ley alternativa. El aplazamiento de la parte más conflictiva por un simple decreto del Gobierno es legalmente posible porque el calendario de aplicación no forma parte del texto de la ley, sino que fue aprobado también mediante decreto. Un decreto no puede derogar una ley, pero sí otro decreto. Es, por tanto, una decisión prudente que busca ganar tiempo y evitar causar perjuicios a los sectores afectados: centros, profesores, editoras de libros, escolares y familias.

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La rebelión se argumenta en nombre de esos sectores, pero el resultado es agravar su confusión y desconcierto; o el caos, pues deja en manos de los centros la decisión de aplicar o no las medidas previstas pero aún no vigentes. Es una actitud ácrata. E incoherente en un partido que ha hecho bandera, con razón, de la necesidad de aplicar la legalidad en todo caso. Aunque se recurra contra una norma, mientras los tribunales no digan otra cosa, hay que atenerse a lo que establece, según solía recordar la ahora rebelde Aguirre a Atutxa e Ibarretxe.

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