"El anticonceptivo masculino no interesa a los laboratorios"
Carl Djerassi (Viena, 1923) está considerado el padre de una pastilla que muchas personas, mujeres y hombres, escribirían en mayúsculas. En 1951 este químico formado en Estados Unidos logró sintetizar el primer anticonceptivo femenino oral: la píldora. Ahora, a sus 80 años, le interesa más hablar de futuro que de pasado y en su opinión "la píldora ya es pasado". Lo afirmó la semana pasada durante su intervención en el seminario de Historia y Ciencia de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona.
Pregunta. En su abultada obra científica y literaria defiende apasionadamente la necesidad de disfrutar del sexo por el sexo y de desvincularlo por completo de la reproducción en otro plano distinto. ¿Basta para ello la pastilla que usted descubrió?
"Las parejas no deberían pasar su vida sexual tratando de evitar embarazos no deseados"
Respuesta. La píldora es sólo un elemento más que ha ayudado a las mujeres a elegir sobre su maternidad. Lo realmente importante ahora es poder aprovechar las facilidades de las técnicas de reproducción asistida, con las que ya han nacido un millón de niños en el mundo y que han demostrado su efectividad en parejas con problemas de fertilidad. Hay que ampliar su utilización.
P. ¿Insinúa que las parejas sin este tipo de problemas también deberían someterse a estos tratamientos?
R. ¿Por qué no? Una pareja que tiene dos o tres relaciones sexuales a la semana y sólo quiere tener uno o dos hijos no debería pasarse toda su vida sexual previniendo embarazos no deseados. Pueden congelar sus óvulos, sus espermatozoides, esterilizarse y tener descendencia cuando lo consideren necesario mediante la fecundación in vitro. Y todo ello con las garantías de calidad que dan los espermatozoides y los óvulos extraídos de las personas jóvenes.
P. Aunque voluntarias, habla de esterilizaciones masivas...
R. Esto ya está ocurriendo en algunos países. En Estados Unidos, por ejemplo, el 33% de los hombres optan por la vasectomía. La mayor parte son hombres maduros que ya no quieren más hijos, pero cada vez hay más varones jóvenes que lo hacen tras depositar su semen en un banco de esperma y garantizarse que podrán tener hijos en el momento en que lo deseen. Mientras tanto disfrutan más de su vida sexual. El futuro va por aquí.
P. ¿Y el futuro no podría venir en forma de una mejor distribución de la responsabilidad del hombre y la mujer en materia de prevención de embarazos? Me refiero a la píldora anticonceptiva masculina.
R. No, no lo veo posible. Y no es por problemas técnicos, sino porque las empresas farmacéuticas, los laboratorios que estarían capacitados para ello, no están interesadas en desarrollar los anticonceptivos masculinos orales. Tienen más oportunidades de negocio en la investigación de anticancerígenos, fármacos rejuvenecedores, adelgazantes o contra el colesterol. Éstas son sus verdaderas prioridades.
P. La píldora anticonceptiva fue clave para la denominada revolución sexual de la década de 1960 pero también generó rechazo social en determinados ambientes. Incluso algunos grupos feministas encabezaron estas protestas ¿Se esperaba tal reacción?
R. No, de ninguna manera. Algunas feministas consideraron que la píldora sólo desresponsabilizaba a los hombres en algo tan importante como la concepción, pero por suerte todo esto ya pasó. La píldora es hoy en día el contraceptivo preferido por más de 100 millones de mujeres en todo el mundo, incluso en muchos países en vías de desarrollo, como Brasil o Argelia.
P. ¿Fueron estas críticas tan feroces las que le empujaron a dedicarse a la literatura?
R. De forma indirecta sí. He hecho más cosas que descubrir la píldora anticonceptiva; he hecho muchas otras cosas y también quería desarrollar el concepto de la ciencia en la ficción, en las novelas y en el teatro. Y creo que lo he conseguido.
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