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Los talibanes se están reagrupando en el sureste de Afganistán

Los talibanes, apoyados por nuevos voluntarios llegados desde Pakistán, se están reagrupando y expandiendo sus ataques en el sur y en el este de Afganistán, su antiguo feudo, según la información que se desprende de miembros del Gobierno afgano, de diplomáticos occidentales y de los testimonios de combatientes capturados.

Los combates se han recrudecido desde mediados de agosto, sobre todo en la provincia de Zabul y otras partes del sureste. Dos soldados estadounidenses murieron el domingo en una batalla en la vecina provincia de Paktika, culminando una semana de combates que ha sido la más fiera de los últimos meses, afirmó el Pentágono, que añadió que murieron docenas de talibanes y nueve soldados afganos. Hasta la fecha, 35 soldados norteamericanos han resultado muertos en el frente afgano.

En términos generales, según fuentes diplomáticas occidentales, los talibanes han cambiado de táctica en la zona. Ya no sólo son atacadas las fuerzas estadounidenses, sino también miembros de la policía afgana, voluntarios que prestan ayuda humanitaria y funcionarios de nivel medio. Naciones Unidas informa sobre los ataques que sufren los voluntarios que prestan ayuda, la mayoría de ellos afganos, y de esta información se desprende que éstos se han "intensificado significativamente" desde mayo.

Los ataques intermitentes han convertido el sur y el este del país en un imprevisible mosaico territorial que es seguro un día y peligroso el siguiente.

Consecuencias

Como consecuencia de los hechos, miembros de Naciones Unidas afirman que la reconstrucción e inversión en el país se están frenando, y que la población, que prácticamente toda pertenece a la etnia pastún, se está alejando del Gobierno de Kabul y de los estadounidenses que los sustentan. Estados Unidos desalojó del poder a los talibanes por sus conexiones con Al Qaeda, la organización terrorista responsable de los ataques del 11-S.

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Los occidentales todavía activos en la zona alertan de un lento deterioro de la situación, aunque no hablan de un inmediato colapso. "Están intentando dotar de nuevo vigor y de resucitar su movimiento", dijo el coronel Pat Donohue -que está a punto de abandonar su puesto como comandante de las fuerzas aliadas en Kandahar-, "pero no han alcanzado mucho éxito".

Pero otras fuentes occidentales disienten de esta visión optimista. Así, urgen a Hamid Karzai, presidente afgano, y a Estados Unidos a aumentar inmediatamente su ayuda, seguridad y lazos con las tribus pastunes de la zona. "Se necesita una ofensiva política en el sur", sentenció un diplomático occidental.

Se espera que la Administración de Bush doble su ayuda a la reconstrucción de Afganistán y que una nueva unidad militar compuesta por 120 efectivos llegue a Kandahar en diciembre.

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