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Fox llama a un gran pacto fiscal en México para salir de la crisis

El presidente mexicano convoca a los gobernadores a una cumbre sobre impuestos

Juan Jesús Aznárez

El sector gamberro de la oposición negó a gritos el lunes los logros proclamados por el presidente mexicano, Vicente Fox, durante su tercera rendición de cuentas, entre ellos la reducción de la pobreza y la mayor capacidad adquisitiva de los salarios. "¡Eso sólo en Foxilandia! ¡Ciego! ¡En qué país vives!", le espetaban. El gobernante sonrió y siguió adelante: México no saldrá adelante y la activación del crecimiento será improbable, sin una profunda reforma fiscal, sin abatir la masiva evasión. Secundó la convocatoria de una Convención Nacional Hacendaria con todos los mandos del Estado federal, entre ellos sus 32 gobernadores.

La reforma de hace dos años fue transformada por el Congreso en una miscelánea sin colmillos recaudatorios.

"No podemos cifrar nuestro desarrollo sólo en la dinámica del mercado exterior. Necesitamos encontrar fuentes autónomas de crecimiento", advirtió Fox ante el pleno del nuevo hemiciclo, controlado por los opositores Partido Revolucionario Institucional (PRI) y Partido de la Revolución Democrática (PRD), izquierda. México vende a Estados Unidos casi el 90% de sus exportaciones, y si la economía norteamericana estornuda, el vecino sureño contrae una neumonía. "Necesitamos fortalecer la capacidad recaudatoria del Estado, asegurar cargas fiscales más equitativas, establecer un sistema tributario moderno y justo que proporcione los recursos suficientes para un financiamiento sano del desarrollo".

La ampliación de la base de contribuyentes es prioritaria en un país cuya recaudación impositiva con relación al PIB es la más baja de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE): el 11,2% contra el 20,2% y el 19% de Canadá y Estados Unidos, respectivamente, sus socios en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC), vigente desde el 1 de enero de 1994. Los analistas financieros más optimistas consideran que la aprobación de las reformas estructurales reclamadas por Fox, fundamentalmente la fiscal, la laboral y la energética, que fomenta una mayor entrada de la inversión privada para atender necesidades inversoras cercanas a los 50.000 millones de dólares en el próximo decenio, reducirían la dependencia de Estados Unidos; asimismo, promoverían un aumento anual del PIB del orden de los cinco puntos.

"El presupuesto no tiene la capacidad para revertir los desequilibrios sociales", reconoció Fox durante los 97 minutos de lectura de su tercer informe, que casi coincide con el ecuador del mandato. México, con cien millones de habitantes, más del 50% en la pobreza, registra abismales diferencias en la distribución del ingreso y exige cuantiosas inversiones para mejorar su educación superior, la cobertura sanitaria, la vivienda y la infraestructura. Los más ricos, especialistas en el escaqueo fiscal o los artificios contables, y los más pobres, atrapados por la economía informal, que ocupa a casi el 40% de la población laboralmente activa, son quienes menos pagan al fisco.

La evasión, según diversos estudios, se acerca al 40% y causa al erario público pérdidas anuales superiores a los 8.000 millones de dólares. Hacienda recaudó aproximadamente 140.000 millones de dólares, esto es, 1.600 millones menos de lo previsto en la fracasada reforma fiscal de 2001. El IVA del 15% a alimentos y medicinas, torpemente establecido en aquel proyecto del Ejecutivo, de acuerdo con las fuentes oficiales consultadas, fue aprovechado por la oposición para tumbar la reforma. "Tenemos que convencer a la gente de que es mejor estar en la economía formal", sostiene uno de los portavoces de la Secretaría (ministerio) de Hacienda. Hasta ahora no ha sido posible.

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El previsible electoralismo de los partidos con motivo de las generales del año 2006 y la nueva composición del Congreso, en el que el oficialista y conservador Partido de Acción Nacional (PAN) es minoría, no permite avizorar la aprobación de una nueva reforma fiscal en los términos, algunos impopulares, pretendidos por el Gobierno. Éste es el escenario, poco propicio para los consensos, observado por el politólogo Ezra Shabot en la revista Ejecutivos de

Finanzas: "Una Cámara de Diputados compuesta por mayoría priísta propensa permanentemente a la división, un panismo (PAN) alejado de la estrategia presidencial y una izquierda perredista (PRD) atada todavía a radicalismos obsoletos".

Referéndum

La reforma del Estado, detenida desde hace tres años, no implica la refundación del Estado, según Fox, sino actualizar y elevar la calidad de sus instituciones. Se trata de conciliar el fortalecimiento del legislativo con un régimen presidencial y establecer una relación más fluida para facilitar la aprobación de las leyes. "Ya hay coincidencia entre las fuerzas políticas sobre la necesidad de regular las precampañas, unificar los calendarios electorales, acotar la duración y recursos de las campañas", señaló el gobernante. "Está pendiente la decisión sobre la pertinencia de adoptar las figuras del plebiscito y del referéndum".

El Gobierno mexicano, según afirmó su titular, "no privatizará la Comisión Federal de Electricidad (CFE) ni Petróleos Mexicanos (Pemex), pero no podemos ocultar que ambas empresas tienen seriamente comprometida su viabilidad económica". Los asesores de Fox tratan de aumentar la entrada de capital privado en los dos monopolios con medidas que no obliguen a enmiendas constitucionales, de improbable aprobación en un Congreso donde el neoliberalismo ha sido estigmatizado y el nacionalismo prevalece. "Durante los próximos 10 años será necesario canalizar cerca de 500.000 millones de pesos (46.000 millones de dólares) al sector eléctrico", dijo Fox, que decidió ayer sustituir al actual ministro de Energía, Ernesto Martens, por Felipe Calderón. "Ello nos obliga a encontrar mecanismos que conjuguen esfuerzos e inversión privada, sin comprometer la soberanía nacional ni modificar la propiedad estatal de la industria eléctrica".

El presidente mexicano, Vicente Fox, durante su discurso.
El presidente mexicano, Vicente Fox, durante su discurso.REUTERS

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