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Una exposición muestra la obra de Muñoz Vera y su escuela de Chinchón en San Sebastián

La galería Kur acoge trabajos del pintor realista chileno y de una veintena de sus alumnos

Guillermo Muñoz Vera (Chile, 1956) estudió Bellas Artes en Chile y llegó a Madrid con la transición para abrirse camino en la pintura. Comenzó retratando a sus vecinos del barrio y hoy no sólo es uno de los pintores realistas más cotizados del panorama internacional, sino además el maestro y mecenas de jovenes artistas que llegan a su Escuela de Chinchón. La galería Kur de San Sebastián sitúa al pintor junto a sus alumnos y muestra en una exposición colectiva, los frutos de este proyecto. En la sala se exhiben una treintena de cuadros realistas de 18 artistas.

Muñoz Vera y la Escuela de Chinchón, que podrá verse en Kur (Paseo de la Zurriola, 6) hasta el 1 de octubre, es una exposición de contrastes entre diferentes formas de entender y sentir la pintura, y de plasmarla en el lienzo.

Todos los artistas representados se expresan a través del realismo más puro, pero no coinciden ni en el empleo de técnicas ni en la temática escogida. "Son jóvenes con personalidades plásticas diferenciadas y en distinta fase de aprendizaje", dice Muñoz Vera. "Sin embargo, les une a todos ellos un afán por abrirse camino bajo los postulados del realismo contemporáneo, lejos de las modas y las nuevas tendencias conceptuales que han desterrado la pintura como vehículo de expresión. En la sala pueden verse lo mismo pinturas con mensajes comprometidos sobre las desapariciones de Chile, que bodegones u otras propuestas sobre asuntos si se quiere más banales.

"Yo aprecio, sobre todo, la libertad y la diversidad", afirma Muñoz Vera, "y estoy bastante en contra de cualquier dogma, de cualquier verdad con mayúsculas. El tema no es lo importante. Cada uno tiene que pintar lo que quiera, es más bien un tema de honestidad. Si una persona es superficial y sólo le interesan las frutas, que pinte frutas".

De las paredes de la sala cuelga un desnudo del chileno Mario Pávez; un retrato de un niño del mexicano Francisco Rangel que, más que una pintura, parece una fotografía; la imagen de dos cadáveres de desaparecidos durante la dictadura chilena, de Varinia Brodsky, o un bodegón de membrillos de la presidenta de la Fundación de Arte y Autores Contemporáneos, Carmen Spínola. Junto a ellos, dos cuadros de Muñoz Vera sobre la guerra de Irak. En uno de ellos, el pintor representa la explosión de un B-52; en el otro, una imagen de Bagdad en llamas con una luminosidad casi fotográfica.

La forma de hacer del maestro sirve de guía a los jóvenes artistas representados en la muestra. Pero sólo eso, porque él se limita a ser su consejero, su tutor. No ejerce de profesor, porque no cree en una enseñanza académica al uso de la pintura. "Nunca hay que maniatar la creatividad", dice".

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Lo dice por experiencia; él se hizo a sí mismo y le salió bien. Tras una época de pintura de barrio, un galerista de Hamburgo comenzó a mover su obra por Basilea, Frankfurt... Sus pinturas, que básicamente se venden hoy en Estados Unidos, comenzaron a cotizarse muy alto en subastas como las de Sothebys. Entonces, con el dinero en la mano vio la oportunidad de sacar adelante una de sus fantasías. En 1994 creó la Escuela de Chinchón, que acoge fundamentalmente a artistas latinoamericanos que llegan becados a trabajar y conocer las corrientes europeas por la puerta grande, "no en pateras".

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