Un informe denuncia el uso en la UE de 30.000 productos químicos de riesgo
El estudio británico alerta de sus posibles consecuencias sobre la salud y el medio ambiente
La protección de las personas, los animales y el medio ambiente no está actualmente garantizada, debido a la falta de estudios sobre las posibles consecuencias perjudiciales de 30.000 productos químicos utilizados en Europa, según concluye un informe realizado por la Real Comisión sobre Contaminación Ambiental del Reino Unido. El estudio hace referencia a productos utilizados, por ejemplo, en la agricultura, cosmética, electrónica y automoción que nunca han sido sometidos a estudios completos de riesgo. La contaminación no se produciría por contacto o ingestión directa, sino por su resistencia a la descomposición o su tendencia a acumularse en el organismo de los seres vivos.
El presidente de la comisión autora del informe, el bioquímico sir Tom Blundell, ha sido contundente en su valoración de las conclusiones: "Dado nuestro estado del conocimiento de la forma en que los productos químicos interactúan con el medio ambiente, se puede decir que estamos llevando a cabo un experimento gigantesco en el que el sujeto son los seres humanos y todos los demás seres vivos. Creemos que esto es inaceptable".
El principal objetivo del informe son los más de 30.000 productos, utilizados en la agricultura, la ganadería, la fabricación de productos de droguería, perfumería, cosmética, pintura, veterinaria, electrónica y automoción, entre otros, que nunca han sido sometidos a estudios completos de riesgo y que pueden llegar a contaminar a las personas y el medio ambiente, no por contacto o ingestión directa, sino por su resistencia a la descomposición en el medio ambiente o por su tendencia a acumularse en los organismos de los seres vivos a través de la dieta.
Los expertos de la comisión creen que en el Reino Unido se debería hacer un estudio rápido para evaluar la capacidad contaminante de todos los productos en un plazo máximo de tres años. Suponen que sólo unos centenares, como máximo un millar de ellos, resultarían ser motivo de preocupación. Éstos serían entonces sometidos a estudios de riesgo más meticulosos, para poder establecer límites máximos de exposición, o llegar incluso a su prohibición, y mientras tanto las empresas que quisieran utilizarlos tendrían que pagar una tasa destinada a la investigación.
Plan de acción
La citada comisión, creada por el Gobierno británico, coincide en su informe con la preocupación manifestada sobre el tema por la Comisión Europea, que ha sugerido un plan de acción a largo plazo, llamado Reach, que está todavía sin concretar. Como antes el DDT u otros pesticidas organoclorados, en el punto de mira de los expertos están ahora también compuestos como las dioxinas, los furanos o aquellos, variadísimos en su origen, que han resultado tener una función de disruptores endocrinos u hormonales. Estos últimos son los causantes de que los peces cambien de sexo, por ejemplo, pero también están siendo relacionados, cada vez más, con graves enfermedades como el cáncer de mama.
Hasta el 10 de julio la Comisión Europea tiene abierto un periodo de consultas con vistas a una futura legislación sobre el tema. Tres organizaciones -la Oficina Europea de Medio Ambiente, Amigos de la Tierra y Greenpeace- tienen abierta una campaña de firmas en Internet (www.chemicalreaction.org) para asegurar que "la salud y el medio ambiente serán protegidos adecuadamente de sustancias químicas peligrosas".
Precisamente, los expertos británicos piensan que el primer paso es poner a disposición de la opinión pública la información básica disponible sobre cada uno de los productos químicos y sus efectos, algo que, recuerdan, ya se está haciendo en Suecia y en Canadá.También aseguran que existen técnicas disponibles para realizar estudios masivos en profundidad que en la actualidad no se están utilizando para la evaluación del riesgo de los productos químicos y que será necesario un gran esfuerzo en investigación para encontrar nuevos métodos, más fiables que los actuales.
Difícil de evaluar
Una gran parte del problema reside en que en la actualidad resulta muy difícil evaluar la toxicidad crónica del conjunto de compuestos presentes: "Los conceptos de sinergismo, aditividad o antagonismo, racionales desde el punto de vista teórico, rara vez son considerados en el diseño real de los estudios ambientales, debido en parte a la dificultad de su implementación", comenta Olea en un informe sobre agricultura y salud.
En sus conclusiones, la comisión británica también se muestra especialmente crítica con los métodos utilizados para estudiar los productos químicos, que no permiten conocer los efectos perjudiciales a largo plazo, por persistencia en el ambiente o acumulación, en los tejidos grasos especialmente. "Nos decepciona profundamente que después de un siglo de producción química y décadas de legislación para conseguir la seguridad ambiental, todavía no tengamos una buena comprensión del destino final y los efectos de los productos químicos en el medio ambiente", se afirma en el informe.
Relación con el cáncer de mama
En España existen datos y estudios recientes que incitan a la preocupación sobre esta misma cuestión. Como explicó el experto Nicolás Olea en una jornada sobre disruptores hormonales organizada por CC OO en 2001: "Los nuevos disruptores endocrinos se corresponden con sustancias químicas de estructura molecular muy diversa que están siendo utilizados en muchos productos con empleo en muy variadas actividades de la vida moderna".
Como ejemplos están los alquifenoles en plásticos, los detergentes, los pesticidas y los espermicidas o el bisfenol-A, presente en latas de conserva, biberones, selladores y pegamentos.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que las causas ambientales están en el origen de la mayor parte de los casos de cáncer.
Nicolás Olea, catedrático de Medicina de la Universidad de Granada, es autor, junto a su equipo de investigación, de un reciente estudio sobre el nivel de actividad estrogénica debida a pesticidas organoclorados en 198 mujeres. El informe de estos expertos concluye que se multiplica por cuatro el riesgo de padecer cáncer de mama en las mujeres con niveles más elevados (ver EL PAÍS del pasado 8 de abril).
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