"Amo la libertad y la creatividad"
Amable, sonriente y elegante, lo primero que inquieta a Carlos Queiroz no es su gigantesco salto profesional por su condición de nuevo entrenador del Real Madrid. Está aturdido todavía por la muerte súbita, en pleno partido, del centrocampista camerunés Foé, al que tuvo la pasada temporada bien cerca: en Manchester, aquél en el City y él en el United.
Desde que Jorge Valdano, el director general del club blanco, le telefoneara el pasado lunes para conocer si aterrizaría de inmediato en el banquillo de Chamartín, la vida de este portugués de 50 años de edad, licenciado en Educación Física, ha dado un vuelco lunar. Se le ve frenético, con el tiempo justo para atender a las numerosas peticiones de los medios de comunicación mientras despacha con el propio Valdano, conversa con Ramón Martínez, el encargado de la cantera, y se cruza con Florentino Pérez, el presidente.
"Cuando no tienes perros, cazas con gatos; pero, si tienes perros, no hacen falta gatos"
"Si respondiera a si soy moderno, contribuiría a una situación que no tiene fundamento"
En las oficinas del estadio Bernabéu aún precisa linterna. Al fin y al cabo, hace muy pocos días que tomó posesión del cargo más relevante de su carrera profesional. Un reto mayúsculo con el que no contaba, que le ha llegado de sopetón. Tan repentino que tendrá que estudiar duro todo el verano. Como deberes, el pasado viernes, a media tarde, el Madrid ya le había preparado un largometraje con vídeos del equipo que él facturó hacia Lisboa unas horas después. Es allí, encerrado en su vídeoteca particular, donde sacará las primeras conclusiones.
Pregunta. ¿Es usted un entrenador moderno?
Respuesta. Eh... Si respondo a esta cuestión, estaré contribuyendo a una situación que no tiene fundamento. El progreso se construye siempre con renovación, imaginación y persistencia. Ésta es la base del éxito. Podríamos decir que siempre que hay éxito hay modernidad y, por tanto, todos los que participaron del éxito estuvieron en la modernidad.
P. Usted no tiene un currículo rebosante de títulos, ni mucho menos. ¿Cree que ello le pone en una situación de desventaja ante la hinchada madridista?
R. No, no. Mire, yo llevo más de 23 años entrenando y hay que ver que estuve tres en los equipos nacionales de Portugal, dos en la selección de Suráfrica, uno en la de los Emiratos Árabes, así como ocho meses con la Federación de Estados Unidos... Y, claro, en esos equipos no hay trofeos que ganar. Pero cuando clasificas a una selección para la Copa del Mundo o para la Copa de África y cumples tus objetivos es como ganar títulos. Cuando llegué a él, lo cierto es que el Sporting de Lisboa llevaba más de 16 temporadas sin lograr nada y en sólo dos construí un equipo. En la primera campaña fuimos los segundos en la Liga y finalistas de la Copa ante el Oporto. En la segunda ya ganamos la Copa. Además, fue un trabajo muy difícil, porque cada año vendíamos jugadores: Paulo Sousa, Figo, Balakov... Es bueno que la gente sepa lo que ha pasado en mi trayectoria con los clubes. Con el equipo japonés de Nagoya, que siempre era el cuarto o el quinto, gané la Supercopa. Por lo tanto, en todos los clubes cumplí por encima de los objetivos fijados y terminé muy satisfecho.
P. En su trabajo como técnico prima la preparación física y la disciplina...
R. No, no, no... Para nada. Mi primer enfoque de un entrenamiento es todo el trabajo de naturaleza táctica y técnica. Ésa es la base del fútbol, aunque hay que hacerla siempre con orden e intensidad. Y, cuando hablo de orden e intensidad, significa que para el desarrollo táctico y técnico hay que tener capacidades físicas, pero con racionalidad, simplicidad y objetividad. A eso algunos lo llaman disciplina. Pero yo soy fundamentalmente un amante de la libertad en la toma de decisiones y de la creatividad en el juego. Es lo que te concede un espacio para la renovación y la evolución del juego. La disciplina se puede confundir con una idea prefijada del juego y yo estoy en contra de eso.
P. En el Manchester United es donde más megaestrellas ha tratado, pero tenía el paraguas de sir Alex Ferguson. En el Madrid será, en cambio, el primer espada. ¿Le asusta?
R. No, porque mi trabajo en el United era entrenar diariamente a los jugadores. Mi responsabilidad era su preparación en todas las facetas. Era una metodología diferente a nuestra tradición continental. En Inglaterra, el manager es el estratega, el hombre que toma las últimas decisiones. Mire, yo he sido dos veces responsable del equipo de la UEFA que representó a la selección mundial, contra Bosnia y contra Francia, y he trabajado con selecciones nacionales a las que acuden las principales estrellas de cada país. He entrenado en Estados Unidos a Donadoni, Ramos y Meola; en Japón, a Stojkovic y Valdo; en el Sporting, a Amunike, Valckx, Balakov, Iordanov... Todos ellos fueron al Mundial de Estados Unidos 94. Gracias a Dios, en mi camino me he cruzado con grandísimos jugadores y por eso siento pasión por ellos. Me gusta desmitificar un poco, porque la dimensión de las personas que salen en la prensa no es la misma que la que tienen en el vestuario. Siempre digo que, si tuviesen la misma dimensión, no pasarían por la puerta del vestuario. Son muy grandes para la prensa, pero las puertas de un vestuario son igual para todos. Por ellas solo caben humanos. Y todos tenemos una palabra común: el profesionalismo.
P. Hablando de estrellas, usted era la mano derecha de Ferguson. ¿Por qué, de entrada, no jugó Beckham contra el Madrid en la vuelta de los cuartos de final de la última Liga de Campeones?
R. No me parece bien hablar de las decisiones de un club en el que ya no estoy.
P. Usted, que es tan detallista, ha entrenado a Beckham a diario durante un curso. ¿Puede jugar como medio centro?
R. Tiene grandes cualidades y recursos técnicos, pero... Mire, mi función en el Madrid no es opinar y generar discusiones. A mí lo que me compete es tomar las decisiones finales. Por ellas seré juzgado. No quiero especular con opciones. Armonizaremos las mejores soluciones para el equipo.
P. Tácticamente, el fútbol inglés es muy deficiente en el juego defensivo. El United lo ha pagado con frecuencia y el Madrid también tiene carencias en esa faceta. ¿Es consciente de ello?
R. Le diré una cosa. El año pasado, antes de comenzar la temporada, la gran preocupación del Manchester United era su defensa. Creía que habían perdido la Liga ante el Arsenal por culpa de la defensa. Había recibido un número excesivo de goles. Al empezar este curso, el objetivo táctico era mejorar ese aspecto. Al final, el Manchester pasó de ser uno de los peores a tener la mejor defensa de todo el campeonato.
P. ¿Cómo lo consiguieron Ferguson y usted?
R. Con trabajo, persistencia, cuidando los detalles y, naturalmente, como siempre, gracias a los jugadores. Ellos expresan sobre el campo el pensamiento de los entrenadores.
P. ¿Tiene claro que la defensa del Madrid también es débil y, además, tras la baja de Fernando Hierro, es la línea con menos jugadores?
R. Tengo la certeza de que en la vida es posible mejorarlo todo. La perfección es una mirada que nos atrae y que nos da las ganas de trabajar y ser mucho mejores.
P. Bien. Pero tiene pocos jugadores en esa zona del campo y, hasta la fecha, el club nunca ha querido reforzarla.
R. En el fútbol, yo siempre aplico una máxima: cuando no tienes perros, cazas con gatos; pero, si tienes perros, no necesitas gatos.
P. ¿Qué defectos vio al Madrid cuando se enfrentó a él esta temporada con el Manchester?
R. No hay equipos perfectos. Pero lo cierto es que al Madrid es difícil buscarle los puntos débiles.
P. En los últimos tiempos, el fútbol se ha despojado de su lado más sentimental. Hay menos compromisos con la camiseta y, por contra, mayores intereses comerciales, mercantiles... ¿Está de acuerdo?
R. El fútbol de hoy no es el de ayer y tenemos la obligación de conciliar los intereses de todos. Ignorar a los que pagan el espectáculo sería una estupidez. No puede ser. Pero hay que decir que, en primer lugar, esto es un espectáculo. Conviene no olvidarlo nunca.
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