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Las comarcas de Tarragona son las más vulnerables a la desertización

"El desierto crece". La frase la escribió Nietzsche hace un siglo y, con toda seguridad, no pretendía describir el mismo proceso que narra el informe Degradación de suelos y desertización, elaborado por Álvaro Feliu e Inés Gueorguíeva para la Fundación Gas Natural. Los dos autores han recopilado los datos sobre diversos procesos de desertización en España. Anotan que hay varias causas: la erosión, la pérdida de materia orgánica, la contaminación, la salinización, la compactación y el sellado. Ellos han dejado de lado la contaminación y el sellado, por tratarse de fenómenos sujetos a decisiones políticas concretas, y se han centrado en el resto. Una primera conclusión: la zona de Tarragona es la más afectada y resultan especialmente vulnerables los terrenos situados en terraza y destinados a "cultivos leñosos de secano", entre los que destacan la viña, el olivo y los frutos secos.

En España hay cinco "escenarios de desertización". La zona de cultivos hortofrutícolas de Almería, que es una de las más áridas de España y donde se produce una sobreexplotación de los acuíferos; los cultivos de olivos en Jaén y Córdoba, en suelos desprotegidos y en pendiente; los regadíos de Castilla-La Mancha, donde se produce una sobreexplotación de los acuíferos y una desecación progresiva de los espacios húmedos; la dehesas extremeñas, castigadas por el pastoreo, y ya en Cataluña, los regadíos del valle del Ebro, amenazados de salinización.

"En Tarragona", afirma el informe, "los datos muestran una grado de afectación de prácticamente el 100% del territorio de las comarcas". No obstante, añade, no hay que interpretar estos datos "como una degradación generalizada del suelo, sino como una conjunción negativa de los cuatro factores considerados en el análisis del riesgo de desertización". Estos factores son la erosión, los incendios forestales, la sobreexplotación de los acuíferos y la aridez del terreno.

Los cultivos

En la desertización ocasionada por cultivos, el informe señala problemas localizados en las comarcas del Penedès, Anoia, la Conca de Barberà y el Priorat, como consecuencia de la plantación de viña; la Noguera, el Urgell y Les Garrigues, por el olivo, y la Noguera, la Segarra, Les Garrigues y la Ribera d'Ebre, por los frutos secos.

No menos amenazadas están las 16.000 hectáreas de bosque quemadas en el incendio que arrasó parte del Solsonès en 1998, las cuales no se han recuperado de forma natural.

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Los terrenos dedicados a cultivos intensivos experimentan una pérdida de materia orgánica notable. En diversos puntos analizados, el porcentaje de este elemento ronda el 1,5% o el 2%, cuando si se abandona la agricultura tiende a recuperarse con rapidez hasta alcanzar el 4,5% y el 5%. El informe incluye sugerencias para paliar estas situaciones sin abandonar la explotación agrícola.

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