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Francia amenaza a España y Reino Unido con avanzar en la UE sólo con los europeístas

El proyecto de Constitución Europea sufre un parón ante las diferencias de los países miembros

Carlos Yárnoz

Francia saltó ayer con fuerza al ruedo en la crisis que sufre la Convención en su último tramo para redactar una Constitución Europea. En un aviso claro a España y Reino Unido, el ministro francés de Exteriores, Dominique de Villepin, advirtió que Francia está dispuesta a formar un núcleo de países que deseen ir más lejos en la construcción europea, mientras otros se conforman con "un compromiso mínimo". "¿Haremos Europa todos juntos en un espacio común, o deben algunos tomar la iniciativa y la responsabilidad de abrir camino? De una u otra forma, os digo que Europa avanzará".

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Así se expresó De Villepin en el pleno de la Convención, al término de una jornada en la que quedó patente la crisis en la que ha entrado la Convención en su último tramo debido sobre todo a la negativa de 17 países, encabezados por España, a reabrir el reparto de poder pactado en Niza, en contra del texto del proyecto constitucional, que es apoyado por los seis países fundadores de la Unión (Alemania, Francia, Italia, Luxemburgo, Holanda y Bélgica).

Horas antes, su homóloga española, Ana Palacio, había arremetido en el mismo pleno contra "la agresividad y la descalificación" dirigidas a España y sus aliados, como el Reino Unido, y pidió un esfuerzo para alcanzar un consenso.

Palacio había salido así al paso de numerosos miembros de ese foro y de su presidente, Giscard d'Estaing, que han llegado a acusar a España y sus aliados de "sabotear" esa asamblea. Por la mañana, un malhumorado Giscard recordó ante el Presídium de la Convención que, si la Constitución no modifica Niza, el texto quedará devaluado y él se planteará, en contra de lo previsto, no presentarlo a los jefes de Gobierno en la cumbre del día 20 en Salónica (Grecia). Anunció después a través de su portavoz que haría una "importante" declaración al inicio del pleno de la Convención.

"No se puede aislar a nadie"

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Ana Palacio se le acercó poco antes de abrir la sesión y habló con él más de diez minutos. Le dijo, según personas que lo escucharon, que "no se puede intentar aislar a nadie" y que, por tanto, España está dispuesta a buscar el consenso a través del diálogo, pero no de la presión. No dijo nada Giscard, pero dio la primera palabra a un hombre de su confianza, el eurodiputado francés Olivier Duhamel. "Estamos bloqueados", empezó su encendido discurso. "La Convención se hizo para resolver los problemas de Niza. Sería un suicidio no hacerlo. No estamos aquí para resolver las rencillas de tenderos entre Estados. Que defiendan su bacon en otro lado. No dejemos que una minoría nos deje en ridículo. Los que bloquean lo pagarán si insisten".

Semejante bomba de profundidad, acompañada de una leve sonrisa de Giscard, fue apoyada sin reservas por el comisario francés, Michel Barnier, así que Ana Palacio pidió un turno extraordinario para decir que rechazaba esa agresividad y que, al margen de la cuestión de Niza, la Constitución "ya supone un éxito" por otros avances que recoge, pero que "sería un error" reabrir ahora un pacto al que se llegó tras "negociaciones muy complejas". "El europeísmo no es patrimonio de nadie", enfatizó la ministra.

Pero después llegó el turno de Dominique de Villepin. Por primera vez uno de los grandes entraba en escena en esta crisis. "Algunos pueden contentarse con un compromiso de mínimos. No lo aceptaremos. Mejor no tener una Constitución que tener un mal compromiso (...). No buscamos soluciones en el pasado; rechazamos el statu quo. Huyamos del compromiso de los tenderos. Tomemos el ejemplo del Consejo de Exteriores: no funciona; nos encontramos cada mes, pero, ¿con qué resultado? Hay países que no se resignan a la impotencia". Por todo ello, felicitó a Giscard, el principal enemigo de España en cuanto al contencioso de Niza, por "su determinación y su exigencia".

De Villepin cosechó los más numerosos y fuertes aplausos de la sesión. Sólo unas horas después de semejante rifirrafe, el Presídium de la Convención se reunía para dejar cerrado esta madrugada un texto final del proyecto de Constitución. Algunos temas espinosos estaban ya claros: habrá ministro europeo de Exteriores, un presidente de la UE por dos años y medio con escasos poderes y un Consejo Legislativo un tanto descafeinado. Pero nadie sabía cómo quedará el contencioso de Niza. El texto inicial prevé que las decisiones en el Consejo se tomen por mayoría de Estados que representen dos tercios de la población de la UE, pero Niza fijó un complejo reparto de votos beneficioso para España: los cuatro grandes tendrán 29 votos, y España, 27, pero a cambio perdió 14 de los 64 escaños actuales en la Eurocámara. A última hora de ayer, España negociaba una solución de compromiso que se aplicaría a partir de 2009.

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Sobre la firma

Carlos Yárnoz
Llegó a EL PAÍS en 1983 y ha sido jefe de Política, subdirector, corresponsal en Bruselas y París y Defensor del lector entre 2019 y 2023. El periodismo y Europa son sus prioridades. Como es periodista, siempre ha defendido a los lectores.

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