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Reportaje:

Visita de obras a la naturaleza

El Museo de Zoología exhibe en 'Els altres arquitectes' las construcciones de los animales

La Chlamydera nuchalis es un ave australiana con un curioso ritual de cortejo. El macho construye una pérgola con ramas y adorna la entrada con objetos de colores, y la hembra se aparea con el autor de la figura más atractiva. Es una de las escasas muestras de cómo en el mundo animal la construcción puede ser un elemento de comunicación, simbólico, porque, por muy hermosa que sea, macho y hembra no le darán ningún uso, no vivirán en esa pérgola. De este y otros muchos ejemplos de las habilidades constructivas de los seres vivos habla la exposición Els altres arquitectes, inaugurada en el Museo de Zoología de Barcelona, en el parque de la Ciutadella, donde podrá visitarse hasta el 15 de abril de 2004.

Els altres arquitectes se organiza en el marco del Año del Diseño y sus comisarios son Anna Omedes y Josep Piqué, con la colaboración de una larga lista de asesores técnicos en los distintos ámbitos que explora la exposición. Se estructura en cinco grandes apartados, en los que se analizan las razones que los animales tienen para construir, el modo en que construyen, las formas de sus creaciones y la evolución de la construcción a lo largo del tiempo (mediante la transmisión genética de conocimientos y también gracias a la interacción del individuo con el medio, en procesos de ensayo y error), y sólo al final se comparan explícitamente las construcciones animales y las humanas. Abarca un amplio arco temporal, de unos 550 millones de años, y utiliza más de dos centenares de recursos museográficos, un 40% de los cuales son construcciones originales, desde un nido fósil de dinosaurio y un avispero de arcilla a la madriguera de un conejo. Los participantes en esta pedagógica visita de obras por el reino animal encontrarán también maquetas, fotografías, vídeos, dibujos y mapas que permiten descubrir ingeniosos recursos para aislarse del frío y el calor, defenderse del enemigo o almacenar alimentos.

En unos tiempos en que la escasez de vivienda es un problema de primera magnitud y el reciclaje una asignatura pendiente, sorprende conocer que los nidos de ciertas especies, como las cigüeñas y las termitas, pueden conservarse durante más de un siglo y se transmiten de generación en generación. La sorpresa es justamente una de las bazas con las que han jugado los responsables de la exposición. Se han seleccionado ejemplos desconocidos o poco evidentes para ayudar al neófito a comprender que en la naturaleza hay mucho más que nidos y madrigueras. Así, el espectador podrá descubrir la maestría de las termitas para climatizar el entorno y que invierten gran parte de su esfuerzo constructivo en garantizar la temperatura constante del termitero. O que el estornino común añade a su nido materiales que impiden la proliferación de bacterias e insectos.

La maestría de algunas de las construcciones da pie a pensar que han sido elaboradas por individuos o especies inteligentes. Pero eso es un error, como señala el doctor Mike Hansell, profesor del Instituto de Biomedicina y Ciencias Vivas de la Universidad de Glaswoll, asesor general de la exposición. Hansell recurre a un sencillo ejemplo para ilustrarlo: "También la espiral de ADN es una estructura muy compleja y, en cambio, no hay un ser inteligente que la haya construido". Y ahí está la principal diferencia entre las construcciones animales y las de los seres humanos, lo que hace que sólo a estos pueda considerárseles arquitectos. Sólo el hombre planifica, tiene un concepto de valor estético y de autoría, controla jerárquicamente el proceso y desarrolla una cadena de mando, y archiva información.

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