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Rabat y el Polisario no rechazan el nuevo plan para el Sáhara

Argelia y los saharauis se opusieron a la anterior propuesta de Baker

El Frente Polisario y Argelia no han rechazado la nueva versión del plan sobre el Sáhara del ex secretario de Estado de EE UU, James Baker, según indican fuentes diplomáticas, aunque ambos le han puesto numerosos reparos. Marruecos, que prefería la versión anterior, tampoco lo desdeña. Rabat, Argel y el movimiento independentista saharaui respondieron, en la segunda mitad de marzo, al secretario general de la ONU, Kofi Annan.

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Apenas había concluido Baker su gira por el Magreb, a finales de enero, cuando la agencia oficial de prensa saharaui descalificaba la propuesta que acababa de presentar el emisario de Annan para el Sáhara. "Es el mismo plan que ha sido ya rechazado", escribía la agencia SPS.

Hace tan sólo una semana, el diario de Casablanca Aujourd'hui Le Maroc, que suele reflejar el punto de vista del Ministerio del Interior, titulaba en primera página "Marruecos rechaza el plan Baker".

Hace un año, el Polisario desestimó una primera versión del plan Baker -se negó a discutirlo porque no incluía la autodeterminación de los saharauis-, mientras Rabat lo aceptaba a grandes rasgos.

Bajo cuerda, las contestaciones han sido, un año después, menos tajantes que en público. El movimiento saharaui y Argelia han tomado la nueva propuesta en consideración, aunque formulando todo tipo de objeciones. La diplomacia marroquí se muestra, por su parte, mucho menos entusiasta con un plan que hace más concesiones a sus adversarios, pero no lo rechaza.

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Plan de paz para la autodeterminación del pueblo del Sáhara Occidental, la propuesta, que sigue sin ser pública, prevé primero la celebración de unas elecciones autonómicas en la antigua colonia española para un Ejecutivo y una Asamblea legislativa que constituirían la autoridad del Sáhara Occidental.

En esa consulta podrían votar unas 86.300 personas identificadas por la MINURSO (la misión de la ONU para el territorio), a las que se añadirían un puñado de refugiados censados por el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Ese cuerpo electoral satisface al Polisario, pero no a Rabat.

Se iniciaría entonces un periodo de autonomía de cuatro o cinco años, durante el cual el Ejecutivo regional tendría competencias exclusivas sobre fiscalidad, desarrollo económico, presupuestos, seguridad social, agricultura, minería, educación, cultura, comercio, pesca, transportes, obras públicas, vivienda, energía, etcétera.

Compartiría, en cambio, competencias con Rabat sobre la seguridad interior -el Polisario sospecha que la autoridad local sólo controlaría a la policía municipal-, mientras el Gobierno marroquí estaría en su derecho de impedir cualquier intento secesionista. A Marruecos le correspondería también la defensa externa del territorio y la delimitación de fronteras terrestres y aéreas.

Al término del periodo autonómico se celebraría una segunda consulta -que Baker llama "referéndum de autodeterminación"- para decidir el estatuto definitivo del territorio. En él participarían, además de los 86.000 electores de la anterior consulta, aquellos que puedan demostrar que se establecieron en el Sáhara antes de 1999 (entre 140.000 y 150.000 personas).

Este censo más amplio, de unas 230.000 personas, que incluiría a una población de emigrantes allí instalada tras la salida de España del Sáhara, no cuenta con la aprobación del Polisario, pero gusta, en cambio, a Marruecos porque confía en que le será más favorable.

En su contestación a Annan, parecida a la elaborada por Argelia, el Polisario formula todo tipo de objeciones no sólo a propósito de este censo, sino sobre la ausencia de la ONU durante el periodo transitorio de autonomía, pasando por el corto periodo de tiempo durante el cual el Ejército marroquí quedaría confinado. "Si leemos su respuesta, sólo le gusta el nombre del plan porque incluye la palabra autodeterminación, pero, por lo menos, ya no lo rechaza de plano", comenta un diplomático.

El Consejo de Seguridad de la ONU decidió, a finales de marzo, prorrogar otros dos meses el mandato de la Minurso para dar tiempo a Baker a estudiar las contestaciones recibidas.

James Baker y Mohamed Benaissa, en enero, en Agadir.
James Baker y Mohamed Benaissa, en enero, en Agadir.ASSOCIATED PRESS

La sorpresa de Nezzar

Aunque ahora está jubilado, el general Jaled Nezzar lo ha sido todo en Argelia, desde jefe de Estado Mayor hasta ministro de Defensa. Se le atribuye, entre otras cosas, el golpe militar que abortó la victoria electoral islamista a principios de 1992.

Por eso, cuando declaró el mes pasado al semanario marroquí La Gazette du Maroc que Argelia "no necesita un nuevo Estado en sus fronteras" sus palabras causaron conmoción. Preconizó a renglón seguido alcanzar una solución política con Marruecos sobre el Sáhara. En Argel se desató una polémica; en Rabat se dispararon las especulaciones sobre un cambio de actitud del Ejército argelino.

Jalida Tumi, la portavoz del Gobierno argelino, salió al paso de lo declarado por Nezzar. Argelia "sigue apegada al principio de autodeterminación". Sus palabras, recalcó, sólo le comprometen a él.

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