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AMENAZA DE GUERRA | La posición de EE UU

La Casa Blanca dice que Bush está "molesto" por la oposición internacional a la guerra

Estados Unidos cree que ya cuenta con siete votos en el Consejo de Seguridad de la ONU

Enric González

George W. Bush parece sentirse crecientemente frustrado por la inmensa tormenta diplomática generada en torno a Irak. El presidente de Estados Unidos evitó ayer, como el martes, aparecer en público, pero su portavoz admitió que Bush se sentía "molesto" por la oposición internacional a sus planes de guerra. Telefoneó al presidente ruso, Vladímir Putin, para hacerle notar que un veto de Moscú en el Consejo de Seguridad de la ONU dañaría las relaciones con Washington, y evitó apoyar de forma expresa las condiciones propuestas por el Reino Unido.

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El portavoz Ari Fleischer insistió en que Estados Unidos quería una votación en la ONU esta semana y en que, aunque el tiempo de la diplomacia se agotaba, nada estaba aún decidido.

Bush seguía trabajando para conseguir que la resolución de respaldo a la guerra, fuera cual fuera finalmente su contenido, obtuviera la aprobación de la mayoría de los miembros del Consejo, aunque un veto la invalidara. Antes de hablar con Putin para recordarle que Rusia tendría que pagar un precio por su veto, en términos de relaciones bilaterales con EE UU, telefoneó al presidente de Pakistán, Pervez Musharraf, y le exigió un voto positivo. La posición oficial de Pakistán, uno de los miembros no permanentes del Consejo, era la abstención, pero en el Departamento de Estado se confiaba en arrancar un de última hora al único país mayoritariamente musulmán con armas nucleares.

Las gestiones telefónicas e invisibles, muy intensas, se combinaban en la Casa Blanca con una apariencia de distanciamiento respecto a la tremenda batalla diplomática centrada en Nueva York. Lo más sorprendente fue la frialdad con que el portavoz presidencial, Ari Fleischer, abordó las últimas propuestas de Tony Blair. "El presidente valora los esfuerzos británicos", dijo Fleischer, antes de matizar que las condiciones finales que Blair deseaba plantear a Sadam aún no habían sido presentadas formalmente en la sede de la ONU y que, por ese motivo, Bush no había adoptado una posición concreta sobre ellas.

Esfuerzo diplomático

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Desde que comenzó el debate internacional sobre Irak, en septiembre del año pasado, Washington y Londres habían actuado siempre de forma conjunta. En el momento crucial, ambos gobiernos parecían preferir mantenerse a una cierta distancia para no perjudicarse mutuamente. Fleischer fue claro: "Mucho de lo que hacemos, lo hacemos para favorecer a nuestros aliados", aseguró, refiriéndose a Blair. "El presidente ha querido hacer un esfuerzo diplomático adicional, y espera que otros países lo hagan también", añadió.

Fleischer quiso matizar las declaraciones efectuadas la víspera por el volcánico secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, en el sentido de que las tropas británicas podrían quedar inicialmente al margen de la invasión de Irak. "El presidente cuenta con la plena participación británica si finalmente es necesario el uso de la fuerza", declaró el portavoz. Rumsfeld publicó un comunicado de rectificación en el mismo sentido, tras la polémica creada en el Reino Unido por sus palabras del martes.

La presión de la diplomacia estadounidense se concentraba sobre Chile y México, los dos miembros hispanoamericanos del Consejo. El Departamento de Estado creía contar ya con los tres votos africanos (aunque el Gobierno angoleño seguía calificando su posición de "indecisa") y con el de Pakistán, por lo que, en teoría, le bastaba el apoyo de Chile o México para alcanzar los nueve votos necesarios para obtener, al menos, una "victoria moral". Pero la Casa Blanca seguía emitiendo advertencias genéricas a la comunidad internacional. Bush consideraba, según su portavoz, que la posición de cada país en la actual crisis constituía "un indicador sobre la voluntad de combatir al terrorismo", y que sobre ese criterio Washington decidiría quiénes eran sus auténticos aliados.

La diplomacia se solapaba con los planes militares. El Consejo de Seguridad Nacional, compuesto por los principales miembros del Gabinete, se reunió en la Casa Blanca para informar a Bush sobre los acontecimientos en Nueva York y, sobre todo, en las cercanías de Irak. No se dio a conocer el contenido de la reunión, pero el Pentágono confirmó que existían contactos con unidades iraquíes para conseguir su rendición al inicio de la guerra. Rumsfeld anunció el martes que esos contactos eran "privados", pero se harían "más públicos". Los altos mandos militares iraquíes recibirían "instrucciones para que se comportaran de una forma que pudiera ser interpretada como no amenazante", explicó.

El secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, sale, ayer, de la Casa Blanca tras una reunión con Bush.
El secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, sale, ayer, de la Casa Blanca tras una reunión con Bush.AP

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