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AMENAZA DE GUERRA | La fase diplomática

La crisis de Irak acentúa las divisiones entre los socios de la Unión Europea

Carlos Yárnoz

Jacques Chirac es en estos momentos el mayor beneficiado del grave cisma que sufre Europa a raíz de la crisis de Irak. A sus 70 años, y ocho meses después de haber ganado las elecciones, el presidente francés se ha convertido en el único líder europeo que ha ganado "peso y autoridad", tanto en la UE como ante Washington, según coinciden en asegurar diplomáticos y analistas consultados en Bruselas.

El único discutible error cometido por Chirac en estas semanas, sostienen algunos de los consultados, ha sido el rapapolvo que dedicó el pasado lunes por la noche a los países candidatos a entrar en la UE por su declarado apoyo a Washington. Ayer y anteayer, la mayoría de líderes de esos países candidatos criticaron con dureza a Chirac y varios de ellos le recordaron que la UE no es el Pacto de Varsovia, cuyo sofocante control sufrieron durante décadas.

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Pero ningún líder de la UE actual se ha sumado a esas críticas. Es más, incluso varios portavoces oficiales de distintos países en Bruselas han reiterado fuera de los micrófonos su satisfacción por el hecho de que "por fin" alguien llamara la atención a unos candidatos que muestran más agradecimiento a EE UU por haberles acercado a la OTAN que a la UE por intentar sumarles a la familia europea.

Las profundas divergencias sobre Irak no son el único campo en el que Blair y Chirac intentan contrarrestar su poder para no perder su capacidad de influencia en Europa. Otros frentes son las consecuencias económicas y presupuestarias de la ampliación (Blair exige poner coto a la Política Agrícola Común y Chirac pone entredicho el cheque británico), las relaciones de la UE con Zimbabue (Europa le impuso sanciones propuestas por Londres, pero ayer llegó a París Robert Mugabe, presidente de ese país africano) y, sobre todo, las relaciones de Europa con EE UU (Londres es el socio más leal, y París, el más respondón).

En su pulso particular, ambos dirigentes se han procurado los apoyos correspondientes. En el caso de Chirac, el revitalizado eje franco-alemán aporta la mayor de las ventajas a París, toda vez que el debilitado canciller alemán, Gerhard Schröder, necesitado de los votos de Los Verdes, ve disminuir su apoyo electoral en medio de una grave crisis económica. Por el contrario, olvidada ya la anterior legislatura de cohabitación, la fortaleza de Chirac está basada en primer lugar en un Gobierno del mismo color, pero en estas semanas ha alcanzado cotas impensables por su posición antiestadounidense en la crisis sobre Irak. Ocho de cada diez franceses apoyan esa actitud, y seis de cada diez dicen tener una buena opinión de su presidente. "Se siente presidente de Europa", afirma un alto diplomático.

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En el caso de Blair, son el español José María Aznar y el italiano Silvio Berlusconi sus principales valedores en el apoyo a Washington. Pero su pacto, que ahora intentan también revitalizar frente a París y Berlín (por ejemplo, con la carta del Club de los Ocho o su apoyo a los candidatos) va mucho más lejos, especialmente en el caso de Aznar. Por ejemplo, el Gobierno español es el principal y casi único valedor y socio de Londres en la Convención sobre el futuro de Europa.

La partida ya se está jugando a través de los periódicos. Blair se ha inclinado por una segunda resolución del Consejo de Seguridad para apretar definitivamente las clavijas a Sadam Husein, una tesis que Chirac ha rechazado frontalmente. Ha sido una prueba más de la imposibilidad de que Europa logre una posición común en este caso. Para los próximos días están ya anunciados algunos significativos pasos. Aznar pasará el próximo fin de semana en el rancho de George W. Bush. El lunes, Schröder, que ayer se reunió en Berlín con el presidente egipcio, Hosni Mubarak, cenará con Chirac en Berlín. El miércoles, Aznar visitará en París al líder francés y, al día siguiente, Blair viajará a Madrid. Es sólo parte de un complejo rompecabezas cuyo dibujo parece conocer hoy Chirac mejor que nadie.

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Sobre la firma

Carlos Yárnoz
Llegó a EL PAÍS en 1983 y ha sido jefe de Política, subdirector, corresponsal en Bruselas y París y Defensor del lector entre 2019 y 2023. El periodismo y Europa son sus prioridades. Como es periodista, siempre ha defendido a los lectores.

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