Arriesgar la vida para defender la paz
Unos treinta catalanes viajarán a Irak para presionar contra la guerra y actuar como escudos humanos de la población civil
"Hemos intentado parar la guerra organizando ayunos y manifestaciones, y recogiendo firmas. El último recurso que nos queda es ejercer presión directa y estamos dispuestos a arriesgar nuestra vida para mostrar que estamos en contra de la guerra y que la ciudadanía es contraria a una intervención que supondría un gravísimo error histórico". Con 19 años, Bernat Carreras, estudiante de Psicología de Barcelona, coordina y ultima estos días el viaje que la Caravana de Solidaridad con el Pueblo Iraquí emprenderá el próximo día 16 a Irak con el objetivo de "mostrar solidaridad a la población y ejercer presión sobre la comunidad internacional para que reaccione y detenga la maquinaria de una guerra que tiene por único objetivo el petróleo".
Los voluntarios integran la Caravana de Solidaridad con el Pueblo Iraquí y las Brigadas contra la Guerra
Los activistas son conscientes de que pueden poner su vida en peligro, pero asumen el riesgo
La caravana, integrada por 10 personas, es uno de los dos grupos de catalanes que se han movilizado para viajar a Bagdad. El otro está formado por otros 18 activistas y pertenece a las Brigadas Contra la Guerra, que ha impulsado el Comité Español para el Levantamiento de las Sanciones a Irak (CELSI). Ambos grupos se han organizado de forma independiente pero persiguen el mismo fin: ejercer presión contra la intervención militar y actuar como escudos humanos de la población civil si Estados Unidos llega a atacar Irak.
La Caravana de Solidaridad con el Pueblo Iraquí surgió de forma espontánea, según explica Bernat Carreras, a través de listas de correo electrónico. El grupo se gestó cuando, al igual que Carreras, otras personas conocieron la intención de la asociación británica Human Shield de organizar una caravana de escudos humanos. Los interesados se conocieron en la Red y después de reunirse en Barcelona se pusieron en contacto con Human Shield, que ha gestionado sus visados y se encargará de la logística durante el viaje. Así, la caravana catalana tiene previsto unirse a un centenar de voluntarios británicos el día 17 en Ammán (Jordania) para entrar juntos en Irak.
Por su parte, el CELSI, desde Madrid, ha coordinado y gestionado la documentación de un total de siete grupos de las Brigadas contra la Guerra que han sido organizados por asociaciones locales de distintos puntos de la Península. Los grupos viajarán durante una semana y entrarán también por Ammán. La brigada de Cataluña, organizada por la Plataforma per l'Aixecament de les Sancions a l'Iraq, será la primera y viajará entre el 16 y el 22 de febrero. Después será relevada por una segunda brigada procedente de Andalucía, a la que seguirán otras de Asturias, Madrid, el País Vasco, otra vez Cataluña y Valencia, hasta llegar al 5 de abril.
Tanto los miembros de la Caravana de Solidaridad con el Pueblo Iraquí como los integrantes de las Brigadas contra la Guerra pagarán de su propio bolsillo los 600 euros que cuesta el viaje a Irak. Ambos grupos son conscientes de que pueden poner su vida en peligro, algo que a los que se sumarán al convoy de Human Shield se les ha exigido que pongan por escrito, eximiendo a la organización de cualquier responsabilidad por posibles daños.
Una vez en Irak, los activistas -entre los que hay personas de todas las edades y se cuentan algunos periodistas- se dirigirán a hospitales, escuelas, instalaciones de agua potable o cualquier otra infraestructura cuya destrucción tenga un impacto negativo sobre la población civil. "En los bombardeos de 1991 se destruyó el 40% de las escuelas y el 95% de las instalaciones eléctricas y de agua potable", explica Josep Maria Pijoan, de la Plataforma per l'Aixecament de les Sancions a l'Iraq. "Se trata de evitar, con nuestra presencia, los tristemente conocidos por todos como daños colaterales".
Pijoan ha viajado en dos ocasiones a Irak, en 1999 y 2000, y afirma que, pese a la "angustia" que invade a la población, "intentan llevar la vida más normal posible sabiendo que en cualquier momento pueden volver a llover misiles". Por ello, los activistas están seguros de que serán "bien recibidos". Bernat Carreras afirma: "Somos un soplo de aire fresco para la población".
Respecto a la reacción de las autoridades iraquíes, Carreras reconoce que la presencia de escudos humanos "será utilizada para argumentar que se viaja a Irak para defender el régimen de Sadam Husein". "Pero nosotros vamos a dejar muy claro que estamos en contra de Sadam", zanja.
¿Y si se produce el ataque? Carreras, Pijoan y sus compañeros se muestran esperanzados en que "los bombardeos no comiencen por sorpresa, sino que la tensión vaya en aumento hasta que se produzca un ultimátum". La intención de la mayoría de los activistas es abandonar el país "a tiempo". Sin embargo, son conscientes de que, si no fuera posible, "será difícil cruzar los 600 kilómetros que separan Bagdad de la frontera para marcharse". Pero asumen el riesgo. También contemplan una alternativa intermedia, que es acudir a ayudar a los campos de refugiados de organizaciones no gubernamentales occidentales.
Además de los catalanes, actualmente ya han viajado a Irak unas 200 personas entre norteamericanos de organizaciones religiosas y voluntarios de Jordania. La organización Human Shield afirma que llegará a concentrar entre 2.000 y 3.000 activistas dispuestos a permanecer en Irak hasta el fin de la guerra.
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