Cómo tener un año realmente productivo en 2025
Tendencias como el uso de la IA y el trabajo hiperconectado marcarán un 2025 mucho más eficiente y competitivo. Descubre cómo hacer de la productividad tu principal fortaleza este año, de principio a fin
La productividad en el mundo es, por mucho, uno de sus engranajes más vitales, ligada principalmente al crecimiento y la evolución de las naciones. De acuerdo con cifras del Banco Mundial, el crecimiento global se situó en 3,2%, lo que si bien habla ya de una estabilización pospandémica, también proyecta rasgos de una baja productividad en los entornos profesionales y laborales.
Como nunca en la historia, la idea de ser “altamente productivo” hoy es más demandante, pero también compleja de definir y acatar en términos generales. Ante la exigencia de la modernidad y la cada vez más alta competitividad laboral, algunas personas se inclinan por la idea de que ser productivo es hacer mucho de forma más rápida posible y con la menor cantidad de elementos involucrados, especialmente tiempo y dinero.
De los obreros a los líderes de empresas, pasando por trabajadores independientes y estrategas eficientes, detrás de la productividad subyace un objetivo común: “Trabajar de forma más inteligente, no más dura”.
En tiempos donde las herramientas tecnológicas disponibles abundan en número, especificidad y nivel de dificultad, encontrar las mejores y desarrollar una estrategia realmente productiva a nuestra medida supone una búsqueda de equilibrio entre utilidad, accesibilidad, seguridad y costo-beneficio.
De apps a softwares y mejores prácticas, pasando por hacks, hábitos y los casos de éxito más recurrentes, ser realmente productivo este año que comienza es posible y tiene, en esencia, tres campos de acción por dónde empezar, siempre con la tecnología a nuestro favor. Toma nota.
Planeación
Ser altamente productivo es sinónimo de prevenir al máximo. Tener bien mapeado qué es lo que tenemos que hacer, cuáles son los recursos a la mano para llevarlo a cabo y cuándo entregar esos pendientes en orden de prioridad, representa el lienzo mínimo sobre el cual comenzar a actuar.
Esto nos ayudará no solo a tener orden, claridad y control sobre nuestros pendientes, sino también a gestionar mejor los tiempos y cargas de trabajo. Esto visibiliza mejor nuestras capacidades y va generando una especie de “músculo” sobre aquello que podemos desarrollar bien y rápido, en orden de importancia.
En este sentido, los calendarios digitales, las alarmas previas y recordatorios son de mucha ayuda. Sin embargo, los expertos recomiendan ser cautelosos con saturarnos con apps y herramientas digitales redundantes. Antes de usar Todoist, Slack, Teams, Omnifocus y Wunderlist al mismo tiempo, pregúntate si ese proyecto se puede solventar a través de un grupo de WhatsApp o con una alarma de calendario y un Excel bien trazado.
Ejecución
En temas de productividad, la ejecución suele ser la parte que requiere de nuestra mayor cantidad de energía, tiempo y concentración. Ser eficiente aquí lo es todo, por lo que no hay estrategia de concentración, efectividad de flujos y solvencia de tiempos que esté de más.
Está comprobado que contar con soluciones de almacenamiento en la nube, herramientas de trabajo colaborativo y checklist automatizados nos puede ahorrar tiempo, dinero, e incluso innecesarias cadenas de correo que solo aletargan los procesos.
En este proceso, el estar conectado, haber trazado bien la prioridad y objetivo del día, así como los tiempos y espacios donde se llevará a cabo la ejecución inmediata, debe dar pie a un orden en donde las eventualidades, urgencias y errores espontáneos puedan solventarse de forma pronta y efectiva.
Echar mano de las mejores aplicaciones para aquello que puede agilizar las entregas es vital: ¿esos gráficos pueden trabajarse vía IA, plantillas predeterminadas, o es necesario un diseñador?, ¿es viable trabajar esta etapa desde un dispositivo móvil y una red pública?, ¿en qué etapa de vigencia están las suites, softwares, programas y maquinaria que estamos por usar?
Evaluación
Establecer un registro de qué y cuánto se hizo en determinado tiempo representa hoy más que nunca el “termómetro” de nuestra productividad, ya que esto determinará las fortalezas y la eficiencia, pero también los puntos de dolor y áreas de mejora.
Medir, comparar y analizar la data al máximo nos dirá dónde hay que poner atención, si es un tema de planeación o ejecución, qué área puede diversificarse y cuál se puede solventar con qué recursos.
Cabe destacar que los pequeños detalles como el espacio, ambiente, distractores, pero sobre todo el tipo de conexión y herramientas digitales que tenemos a la mano suelen ser determinantes para ser productivos hoy en día, especialmente en un contexto digital, colaborativo, multiplataforma e hiperconectado.
Contar con un proveedor de calidad, seguro y confiable es clave para llegar a buen puerto, especialmente cuando es necesario no escatimar con las herramientas que harán de nuestro trabajo la diferencia competitiva que nos destaque del resto.
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