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Un grupo de expertos habla en Sevilla de la reforma imperial de Adriano

La Universidad Pablo de Olavide organiza unas jornadas científicas y divulgativas

Adriano era barbudo, el primer emperador que llevó barba. No es una cuestión baladí: los romanos se afeitaban, los griegos se la dejaban. Con ella, el emperador, nacido en Roma, pero cuya familia procedía de Itálica (76 a. C- Baia, 138), reflejaba su admiración por la cultura helénica. Viajero, culto y con inquietudes artísticas, su figura, no muy conocida,es objeto de estudio en las jornadas Adriano Augusto: la reforma del imperio, organizadas por la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla.

La Universidad, el Museo Arqueológico y el Real Alcázar son, hasta mañana, las sedes de estas jornadas científicas que desde el pasado día 27 congregan a los principales especialistas en el emperador. Son unas conferencias divulgativas, con traducción simultánea, en las que se presentan las últimas investigaciones. "De todos los emperadores romanos importantes, Adriano es de los menos estudiados, frente a Augusto o Trajano. Hasta fechas recientes no ha habido estudios sistemáticos sobre él. Anthony Birley, de la Universidad H. Heine de Düsseldorf, fue el primero que escribió una biografía científica, en 1997", explica Juan Manuel Cortés, coordinador del seminario junto a Elena Muñiz, ambos profesores de Historia Antigua de la Olavide.

Según el coordinador, éstas son las primeras jornadas que se le dedican en España, y en el resto de Europa no ha habido muchas. Y eso porque la gloria de las conquistas militares, como las de Trajano, su antecesor y tutor, han ensombrecido la labor de un emperador "más intelectual". Sin embargo, Adriano cambió muchas cosas. En primer lugar, están las fronteras. "Hasta Adriano, las fronteras del imperio eran abiertas, se consideraba que podían llegar más allá. Los emperadores querían expandir el imperio y hacerlo coincidir con el mundo. Con su reinado, se convierten en un límite. Valla el territorio, no totalmente, pero concibe la idea de frontera como espacio cerrado que separa dos mundos. En Bretaña construye un muro que separa Escocia del resto de Inglaterra", dice Cortés. Con el emperador que inspiró la conocida novela de Marguerite Yourcenar, el imperio romano deja de crecer, pues Adriano piensa que lo que está fuera de sus lindes no merece ser conquistado. "Cree que donde los hombres son hombres es dentro del territorio del imperio, especialmente en la ciudad".

Identidad cultural

Una de las principales transformaciones que impulsó fue la que conllevaba la idea de identificación cultural: "Que los individuos que vivieran en Hispania, la Galia, África o Asia se sintieran igualmente romanos, una idea precursora del concepto de nación". Las fronteras interiores se diluyen y los ciudadanos comparten una cultura común, una koiné (comunidad) cultural en el marco del imperio. "Y en eso tuvo éxito. Europa está bastante trabada a partir de esta identidad cultural común, aunque Alemania quedaba fuera de la nación romana".

Una comunidad cultural con dos lenguas (latín y griego) y un modelo de ciudad en el que sus habitantes vivían de la misma forma. "La Itálica de Adriano está cortada a la manera de una ciudad oriental o griega. Le puso su nombre: Colonia Elio (él se llamaba Elio Adriano) Italicense. Su ampliación, que es lo que se visita hoy en la antigua ciudad romana, es similar a lo que hizo en Atenas". Estudió a los autores antiguos y sentía inclinación por la arquitectura: "Él mismo diseña parte de los edificios que manda construir. Fomenta la literatura, la escultura, la arquitectura. El interés de los emperadores por la cultura era auténtico".

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La Villa Adriana de Tívoli es un ejemplo de esa voluntad de integración: un palacio, a las afueras de Roma, que contiene una representación simbólica de todo el imperio, desde Asia a Egpito, Grecia...

Adriano fue un decidido promotor de la urbe, "que asocia a la esencia del hombre", dice el profesor, "en consonancia con la idea aristotélica del hombre como animal político, de ahí la polis". Fue viajero, más de la mitad de sus 20 años de reinado los pasa viajando. El único sitio donde falla su política de integración fue en Palestina. "Las revueltas de los judíos causan cerca de medio millón de muertos, pues la koiné choca con el culto a Yahveh".

El congreso continúa hoy con las conferencias, entre otras, de Elena Calandra, de la Universidad de Perugia; Benjamin Isaac, de la Universidad de Tel Aviv, y Carlos García Gual, Premio Nacional de Traducción, que abordará la figura de Adriano en la novela histórica.

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