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Henry Kissinger vuelve a la Casa Blanca como jefe de la comisión que investigará el 11-S

Bush quiere "descubrir todos los detalles y aprender todas las lecciones" de los atentados

Enric González

Henry Kissinger volvió ayer, después de casi tres décadas, a la Casa Blanca. El ex secretario de Estado de los presidentes Richard Nixon y Gerald Ford, premio Nobel de la Paz en 1973, cómplice de golpistas y dictaduras militares latinoamericanas y gran maestro de la diplomacia estadounidense, asumió la jefatura de una comisión independiente que investigará los atentados del 11 de septiembre de 2001. George W. Bush afirmó, al anunciar el nombramiento de Kissinger, que la comisión debía "descubrir todos los detalles y aprender todas las lecciones" del 11-S.

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"No aceptaremos ninguna restricción", aseguró, por su parte, Henry Kissinger. Nadie esperaba, sin embargo, que la comisión hiciera otra cosa que dar por cerrado el asunto.

La comisión, compuesta por cinco parlamentarios republicanos y cinco demócratas, tiene 18 meses para alcanzar unas conclusiones que, según Bush, ayudarán "al actual y a los futuros presidentes a entender los métodos de nuestros enemigos y las amenazas a las que nos enfrentamos".

El retorno del controvertido Henry Kissinger, de 79 años, al "servicio de la nación", en palabras de Bush, se produce en unas circunstancias poco gloriosas. Aunque tanto él como el presidente proclamaron ayer la necesidad de llegar hasta el fondo del asunto, la comisión parece haberse constituido con la misión de dar carpetazo a la polémica sobre los errores de la Administración y de los servicios de inteligencia antes del 11-S. Bush se opuso durante muchos meses a crear la comisión, exigida por el Congreso. Pero en septiembre pasado, cuando la presión de los familiares de las víctimas y la evidencia de que su posición era impopular le aconsejaron buscar una fórmula de compromiso, decidió promover una comisión a medida de sus intereses.

El arreglo urdido por la Casa Blanca hace muy genéricos los objetivos de la comisión. La misión de Kissinger, según los criterios marcados por el presidente, no consiste en descubrir omisiones u errores pasados, sino en aconsejar al Gobierno qué se puede mejorar en materia de fronteras y aeropuertos, coordinación de servicios de espionaje y otras competencias del recién creado Departamento de Seguridad Interior.

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La comisión independiente forma parte de una ley que engloba las actividades del espionaje estadounidense en 2002. La mayor parte de dicha ley es secreta, pero los senadores que han trabajado en ella indican que permite al Gobierno un aumento sin precedentes en los gastos de la CIA y el FBI, y que refuerza todos los flancos del antiterrorismo.

Bush no perdió tiempo después de firmar el acta de constitución de la comisión independiente. Con los invitados aún en un sector del jardín, el presidente embarcó en un helicóptero para emprender rumbo hacia su rancho de Tejas, donde pasará hasta el domingo las vacaciones del Día de Acción de Gracias.

Bush y Kissinger entran ayer en el salón de Roosvelt de la Casa Blanca.
Bush y Kissinger entran ayer en el salón de Roosvelt de la Casa Blanca.ASSOCIATED PRESS

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