'La muerte en Venecia', de Thomas Mann
EL PAÍS publica mañana una extraordinaria historia de deslumbramiento ante la belleza
El premio Nobel de Literatura de 1929, el alemán Thomas Mann, es, sin lugar a dudas, uno de los grandes maestros de la novela del siglo XX, y su relato La muerte en Venecia, una de las obras cumbre de su muy brillante producción literaria. Nacido en 1875, a los 26 años de edad publica Los Buddenbrook: decadencia de una familia, en la que ya muestra su talento narrativo y su atracción por el declive de la burguesía ilustrada. Si inicialmente se declaró partidario del nacionalismo alemán durante la Primera Guerra Mundial, posteriormente optó inequívocamente por la causa democrática. La ascención al poder de Hitler le forzó al exilio en Suiza y Estados Unidos, para volver, en 1952, a Zúrich (Suiza), donde moriría en 1955. Desde su primera novela, Mann se siente atraído por una serie de temas que surgirán en toda su obra: los problemas de la creación artística, la enfermedad y su relación con el espíritu, la fascinación por la belleza... En La muerte en Venecia, publicada en 1913 (que el lector de EL PAÍS podrá adquirir mañana por tres euros), están presentes todos ellos y, como señala Vargas Llosa en su comentario, se añade una extraordinaria reflexión sobre el mundo de la cultura, la razón y el orden frente al del placer, el desbordamiento de los instintos y la consciencia de que su aceptación desembocará inevitablemente en la decadencia y la muerte. Nadie mejor que Visconti para adaptar al cine la historia del viejo escritor Von Aschenbach -personaje inspirado en Mahler y en el propio Mann- y el bello efebo Tadzio.
El criterio de la Academia
Thomas Mann obtuvo el Premio Nobel de Literatura en 1929, según explicó la Academia Sueca, 'principalmente por su gran novela Los Buddenbrook, que sin cesar ha ganado un creciente reconocimiento como una de las obras clásicas de la literatura contemporánea'. Sin desmerecer el criterio del jurado, llama la atención que no se mencionaran obras maestras como La muerte en Venecia, de 1913, o La montaña mágica, novela publicada cinco años antes que ya había alcanzado más de un centenar de ediciones por entonces. Ocho años más tarde la Academia abandonaría la frecuente costumbre de referirse a un solo libro para premiar de forma más general la obra de un autor.
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