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Reportaje:

Proteger al embrión o al enfermo

El Congreso Mundial de Bioética discute sobre los ensayos con células madre

En lo único en lo que coincidieron todos los asistentes al II Congreso Mundial de Bioética ayer en Gijón fue en su rechazo a la clonación reproductiva (creación de un ser humano con la misma carga genética que otro) y en que las células madre -o troncales- tienen inmensas posibilidades terapéuticas como fuente de tejidos para tratar enfermedades. Pero esta utilidad se enfrenta a un obstáculo: para obtenerlas hay que destruir los blastocistos, pre-embriones de menos de 14 días y unos cientos de células. Y este uso cuenta con el ferviente apoyo de algunos de los ponentes, pero también con el enérgico rechazo de otros.

La profesora de la universidad de Sidney (Australia) Katrina George fue la más tajante en su rechazo a que se investigara con células madre embrionarias. George defendió que todo embrión era 'potencialmente' un ser humano, por lo que pidió 'otra salida ética' -no especificó cuál- para los más de 80.000 embriones que reconoció que existían en clínicas de fecundación asistida de su país. También el jurista uruguayo Héctor Gros, asesor del Comité internacional de Bioética de la Unesco, recordó que, según diversas declaraciones latinoamericanas, 'la vida humana comienza, en general, con la concepción', y que esta afirmación impedía el uso no reproductivo de embriones.

La principal voz a favor de usar estos embriones para investigar fue la del premio Nobel de Medicina Jean Dausset. El médico francés comparó la 'complicación ética' de la utilización de embriones sobrantes para investigar con la donación de órganos de un fallecido. Asier Urruela, de la cátedra de Derecho y genoma de la Universidad del País Vasco y la de Deusto, coincidió en que sería 'lamentable' desperdiciar el potencial terapéutico de estos embriones, y más teniendo en cuenta que la ley española de reproducción asistida de 1988 no les da salida: ni permite que se destruyan ni que se usen.

La abogada y catedrática de Biología María Cristina Hidalgo recordó que la ley sí permite la investigación con embriones 'no viables'. El problema está en que la norma no define cuándo son viables o no, y que el Gobierno no ha querido abrir ese debate.

El presidente de la Sociedad Bioética Internacional (Sibi) y ponente de la ley en 1988, Marcelo Palacios, dijo que él estaba dispuesto a ir 'mucho más allá'. 'Hay millones de pacientes que pueden beneficiarse' de las aplicaciones e investigaciones de las células madre embrionarias. 'Ellos son los auténticos protagonistas', afirmó, para justificar que era partidiario no sólo de usar los embriones sobrantes, sino de crear blastocistos con los que experimentar.

Palacios fue, junto con el catedrático de Biología Celular de la universidad Autónoma de Barcelona, José Egozcue, uno de los pocos que se acordaron de los enfermos de diabetes, Parkinson, Alzheimer y otras enfermedades que esperan beneficiarse de la investigación con células madre.

María José Palacios, portavoz de la Plataforma por la investigación con células madre embrionarias con fines terapéuticos consiguió la mayor ovación de la jornada al explicar en primera persona su caso. 'En 1999, a los 36 años, me diagnosticaron un Parkinson juvenil. Tuve que aprender a acariciar al niño que esperaba de otra manera', afirmó. Por eso, para ella está clara la opción: 'Me parece más ético usar células propias y clonarlas que crear embriones para una fecundación y desecharlos porque no hacen falta. Al fin y al cabo, son células mías, son parte de mí', afirma convencida.

Palacios sabe que su postura no tiene el apoyo gubernamental. 'Vengo a denunciar el uso de la ética y la religión para manipular decisiones que son económicas y políticas. Lo que no se puede es mantener posturas hipócritas. Si no se puede destruir un embrión, que prohíban el diu o la píldora abortiva', afirmó.

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