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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Las deficiencias de un centro escolar

La Asociación de Padres de Alumnos del Liceo Español Cervantes, de Roma, envió un escrito de protesta el pasado mes de mayo al presidente del Gobierno, la ministra de Educación, el embajador de España en Roma y el consejero de Educación comunicando el profundo malestar e inquietud que viven desde hace años los padres y los alumnos de este centro a causa del precario espacio vital del mismo.

El centro en cuestión incumple totalmente los requisitos mínimos del Real Decreto 1004/1991, de 14 de junio, por el que se establecen dichos requisitos de los centros que impartan enseñanzas de régimen general no universitarias (BOE 152/91). Tomando como base estos datos, es profundamente injusto asistir al hecho de que nuestros hijos no se benefician de las normas que el decreto estableció hace ya 11 años.

La realidad del problema que estamos exponiendo se refleja por sí misma en las siguientes cifras: los niños de infantil disponen en el recreo de poco más de un metro cuadrado por niño; los 40 niños de primero y segundo de primaria juegan en 57,3 metros cuadrados; los 69 niños de tercero, cuarto y quinto de primaria (de 9 a 11 años) son más afortunados, cuentan con 126 metros cuadrados. Por desgracia, puede comprobarse sin mucha dificultad que ninguno de los tres casos se acerca lejanamente al mínimo contemplado en el real decreto (44 x 22 metros).

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A partir de sexto de primaria, el escenario se agrava aún más. El recreo que tienen nuestros hijos es la calle, donde juegan entre los coches aparcados, porque no existen aceras, y en una zona donde es habitual encontrar jeringuillas usadas.

Además del tema del recreo, hay que añadir que pocas aulas cumplen el requisito mínimo especificado en el real decreto; los 480 metros cuadrados destinados al gimnasio exigidos por el decreto distan mucho de la realidad del Liceo Español; y, por último, pero de más importancia aún, las graves carencias que en cuestión de condiciones de seguridad presenta el centro.

La única respuesta institucional que hemos recibido esta semana ha sido que 'no se dispone de presupuesto para la adquisición de otro centro'. ¿Habrá que esperar a que suceda una desgracia para denunciar a un Estado que incumple las normas que él mismo emite?

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