Recuperar la tradición
El Ribeiro alcanzó fama internacional en siglos pasados por la elevadísima calidad de sus vinos, especialmente los blancos, basada en la conjunción de un clima privilegiado, unas variedades de uva originales cultivadas desde tiempo inmemorial y unos suelos casi únicos en España. Pero por causas diversas, entre ellas la filoxera que asoló la región los últimos cien años, las viejas variedades de cepas disminuyeron hasta casi desaparecer y los vinos del Ribeiro perdieron buena parte de su fama.
Recuperar la tradición fue el objetivo que en 1988 se planteó Viña Meín. Para ello, con el espíritu de los chateaux franceses, se seleccionaron parcelas en los más afamados términos del Ribeiro para disponer de una superficie suficiente que le garantizase el suministro de uvas de las más nobles variedades autóctonas gallegas que, transformadas en mosto en la propia bodega, permitiesen lograr vinos similares a los que dieron antaño fama internacional al Ribeiro.
La tecnología más moderna se integra en un viejo casal rehabilitado en el centro de la plantación de Meín, a menudo lugar de encuentro para citas gastronómicas y también de conversación y reposo para los amantes del turismo rural. Cultiva sus 14 hectáreas de vides autóctonas donde, recuperando la vieja tradición, las ancestrales variedades treixadura, godello, albariño, loureira, torrontés, albilla y lado siguen regalándonos maravillosos vinos ligeros, secos y aromáticos.
El Viña Meín blanco es un vino elaborado con los mostos procedentes de la legendaria cepa treixadura como base (el 75% aproximadamente) y distintas proporciones de otras variedades autóctonas: loureira, godello, torrontes y albariño.