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Mejor en compañía

El camino de los jóvenes para penetrar en los mercados y después alcanzar el reconocimiento de los consumidores es largo y, a veces, tortuoso. Las pequeñas bodegas, para arañar un pequeño espacio en las grandes superficies o en las cartas de los hosteleros, tendrán que poner en práctica todas las herramientas de marketing que utilizan los grandes grupos. La pugna en el mercado es entre desiguales: unos emplean potentes presupuestos en publicidad y una buena red de distribución, mientras que los jóvenes bodegueros se arman con conocimiento del producto y una gran intuición.

Si aprender de los mayores o de los mejores es lícito, en el mundo del vino los pequeños productores también deben aprender de las lagunas de los grandes. En esta lucha entre David y Goliat, los productores tienen que implantar su vino de acuerdo a su terruño, con personalidad propia. De nada vale que todos los caldos sean homogéneos. La diferenciación tiene que ser su primera asignatura. Para aprobarla, tendrán que conocer su terreno, sus variedades y tener claro qué vino les toca elaborar y a qué nicho de mercado quieren dirigirse.

Los cambios que se avecinan en el Estatuto de Vino, las Viñas y los Alcoholes, de 1970, que se había quedado desfasado ante la nueva realidad económica del vino, está provocando que los barones del vino en nuestro país estén dando pasos hacia la agrupación para dar marchamo de calidad a sus mostos.

Ante estos movimientos, los productores de menor dimensión también tienen que realizar movimientos hacia el establecimiento de ententes y con ello apostar por la calidad desde la diversificación y la investigación. El riesgo de no hacerlo es quedarse, una vez más, fuera de juego.

Medios y herramientas tienen, como la Asociación de Productores Vitivinícolas Ecológicos de Navarra (Ecovin), que apuesta claramente por una producción lo más respetuosa posible con el medio ambiente, o Productores Vitivinícolas Riojanos (Provir), donde la fuerza de más de 30 pequeñas y medianas bodegas les viene dada por varias generaciones con viñedo propio.

La Asociación de Bodegas de Rioja Alavesa (ABRA) nace con la vocación de situar a la Rioja Alavesa en la elite de los vinos del mundo. A todos ellos, suerte y que dejen a un lado las diferencias y malentendidos tan habituales entre vecinos y recuerden que el camino que les queda es más fácil recorrerlo en unión.

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