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'La ley islámica seguirá en Afganistán'

Hace meses que el juez Ghulam Mohayadine Sharafzada no recibe su salario. No tiene tribunal en el que trabajar ni delitos que castigar, pues el sistema judicial afgano está paralizado desde que comenzaron los bombardeos de EEUU sobre Kabul.

Miembro del Tribunal Supremo durante diez años y profesor de Derecho en la Universidad de Kabul, Sharafzada afirma que la ley islámica, o Sharia, seguirá siendo la referencia básica para juzgar los delitos en Afganistán. Critica la crueldad con que el régimen talibán aplicó la pena de muerte, pero se muestra firme partidario de recurrir al máximo castigo siempre que se cumplan las condiciones que estipula la Sharia. 'Los talibanes nombraron a gente ignorante y sin formación para impartir justicia, y se cometieron muchos excesos', explica durante una entrevista en su modesto piso de Kabul. 'Pero la ley islámica es siempre la misma; antes, durante y después del régimen talibán'.

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Sharafzada, de 60 años, tiene dos mujeres y cinco hijos. Compañero de estudios del máximo líder de la Alianza del Norte, Burhanudin Rabani, fue uno de los escasos magistrados afganos que no fueron destituidos por los talibanes, aunque éstos lo desterraron a una provincia del Este de Afganistán para juzgar delitos menores. Asegura que está deseando volver al trabajo y participar en la reconstrucción del sistema judicial de su país. 'Los antiguos jueces están regresando ya a Kabul. El Gobierno ha ordenado a todos los antiguos funcionarios que regresen a sus antiguos puestos y la mayoría de ellos lo hará'.

Sentado ante un plato de frutos secos y una taza de té, afirma que sólo recurriría a la pena de muerte si tuviese la certeza de que el acusado cometió el crimen. 'En la universidad nos enseñaron que el profeta Mahoma dijo que mientras haya la más mínima duda, hay que investigar más el caso o dejar libre al acusado. Cuando no quepa duda, debe ser ejecutado'. ¿Ha dictado alguna vez una sentencia de muerte? 'Hace 30 años firmé la orden de ejecución de un hombre. No había ninguna duda de que había cometido un asesinato, así que fue ajusticiado'.

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La Sharia, explica Sharafzada, también establece la lapidación hasta la muerte de los adúlteros, pero sólo en el caso de que haya cuatro testigos presenciales del delito. El magistrado reconoce que ese requisito hace prácticamente imposible su aplicación.

La pena de muerte, sin embargo, seguirá vigente en Afganistán y se aplicará de dos formas distintas. 'Si el acusado ha cometido un delito imperdonable contra el bien común, el Gobierno será el encargado de ejecutarlo con un disparo de fusil; si ha matado a otra persona, uno de los familiares de la víctima deberá cortarle la cabeza con una espada afilada', señala el juez. La familia tendrá la prerrogativa de perdonar la vida al asesino, pero éste, a cambio de clemencia, deberá pagar una enorme suma de dinero.

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