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Situación de privilegio

El sistema italiano se rige por los mismos principios que el español en lo que se refiere a la enseñanza de religión. Las normas emanan del tratado firmado entre Italia y la Santa Sede en 1929, es decir, en tiempos de Benito Mussolini, del que procede el Concordato entre ambos Estados, reformado después por el primer ministro socialista Bettino Craxi, en 1984, ya con Juan Pablo II al frente de la Iglesia.

La asignatura de religión aborda exclusivamente la enseñanza de la religión católica, y los profesores son nombrados por los obispos, aunque es el Estado el que les paga. La enseñanza pública es mayoritaria en todo el país, con más de siete millones de alumnos en la escuela primaria y la secundaria, frente a unos pocos cientos de miles en la escuela privada. La presencia en Italia de más de un millón de inmigrantes, 800.000 de los cuales son musulmanes, no ha alterado, hasta ahora, el sistema de enseñanza, en el que la religión católica es la única creencia que merece la categoría de asignatura.

Hasta ahora, esta situación de privilegio del catolicismo en un país que se autodefine aconfesional en la Constitución, no ha provocado ninguna tensión. Los alumnos que se niegan a dar clase de religión pueden escoger cualquier otra materia, incluida la clase de yoga, en sustitución de esa asignatura. Recientemente, sin embargo, una profesora de una pequeña escuela pública del norte de Italia provocó una fuerte polémica al retirar el crucifijo que adornaba la pared de su clase, a raíz de la incorporación de un alumno musulmán. Las protestas de los padres de alumnos de la escuela trascendieron a los medios de comunicación y, al día siguiente, el director del centro escolar ordenó a la maestra colocar de nuevo el crucifijo en su sitio.

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