Secuestro parental

Desgraciadamente, y con asiduidad, podemos leer o escuchar en los medios de comunicación casos de niños españoles secuestrados y sacados fuera del país por su padre. Pero miren ustedes por dónde, ahora un juez del País Vasco ha concedido a uno de esos padres secuestradores (condenado ya en su país) un régimen de visitas, con lo que lleva de nuevo el sufrimiento tanto a la criatura como a su madre y a toda su familia, condicionándoles la vida para siempre. Hoy, más de 60 niños españoles permanecen secuestrados fuera de España. La mayoría de ellos llevados por su padre, y la mayoría de esos padres son de origen árabe.

Salvo contadas excepciones, y tras jugarse la vida y la cartera, es casi imposible que una madre española pueda recuperar a su hijo en esta clase de países, en los que los derechos, no nos engañemos, distan mucho de ser los mismos que nos protegen (y protegen también a todos los ciudadanos extranjeros) en España. Si además de ser ciudadano europeo se trata de una mujer, qué quieren que les cuente. Si ella tiene el inmenso valor de aventurarse en la lucha por recuperar a su hijo secuestrado, lo más seguro es que vuelva sin él y tiene muchas posibilidades de pasar por desagradables experiencias, incluida la prisión, por cualquier excusa o motivo contemplados en 'sus' leyes.

No podemos bajar la guardia, no queda más remedio que seguir trabajando en la prevención, es decir: proteger a esos niños y a sus madres cuando se dan las circunstancias claras de la intención de su progenitor de secuestrarlo llevándolo fuera del país. Con sentencias como la descrita anteriormente, poco o nada ayudamos a resolver el gravísimo problema. Por mucho que se esfuerce la sociedad entera, la clase política, los demás estamentos, todos nosotros, si luego, en los tribunales, se extienden alfombras rojas para los secuestradores... todo el esfuerzo habrá sido inútil.

Es su turno, señorías; percátense de que cualquier familia puede ser la próxima. Protejan como se debe a esos niños y no consientan ni un secuestro más. Está en sus manos. Por el bien de todos, háganlo.