Justicia para Pedro Luis de Gálvez
El nieto del poeta malagueño reivindica la memoria de su abuelo y señala que los crímenes que se le imputaron son falsos
Pedro Luis de Gálvez (Málaga, 1882-Madrid, 1940) es un poeta que ha pasado a la historia de la literatura española como símbolo de la bohemia. El escritor andaluz se hizo famoso en el Madrid del primer tercio del siglo XX con sus poemas, magníficos algunos de ellos, y los sablazos que pegaba a cualquiera que se ponía a tiro. Las anécdotas protagonizadas por Gálvez, fingidas o verdaderas, fueron reseñadas, entre otros, por Pío Baroja, Rafael Cansinos-Asséns y César González-Ruano. Juan Manuel de Prada le hizo hace pocos años protagonista de su novela Las máscaras del héroe.
Su muerte a manos de los vencedores franquistas tras ser acusado de crímenes sin cuento en el Madrid de la guerra civil dejó heridas en su familia. El personaje sediento de sangre que dibujó la leyenda fue un estigma para algunos de sus familiares, que fueron perseguidos, encarcelados y, finalmente, abocados al exilio. Su nieto Pedro Gálvez (Málaga, 1940) reivindica la memoria de su abuelo y le exculpa de sus supuestos crímenes en Desarraigo, un libro de memorias que acaba de publicar Flor del Viento Ediciones en Barcelona.
Al nieto le indignan las 'barbaridades y salvajadas' que se han escrito sobre su abuelo. E incluso ve en su falta de filiación política el origen de su siniestra fama. 'No perteneció a ningún partido. Si hubiese sido del Partido Comunista, hoy sería considerado uno de los grandes poetas de España', afirma con sorna.
Desarraigo relata la azarosa vida de Pedro Gálvez. Exiliado en Venezuela junto a sus padres, Gálvez cursó estudios de Antropología en la Universidad Central de Caracas. Convertido a la fe comunista, se marchó a la República Democrática Alemana, uno de los países en los que esperaba encontrar el paraíso del hombre nuevo. Estudió en la Escuela Superior de Economía de la Universidad de Berlín, pero aquello no le gustó. Al final, el nieto del poeta acabó regresando a España en 1975 para ganarse la vida como traductor. Pedro Gálvez, que vive en Torre del Mar (Málaga), ha editado en España Nerón. Diario de un emperador, obra que fue publicada primero en Alemania.
Desarraigo es un libro interesante que viene a añadirse al nutrido grupo de autobiografías publicadas en España en los últimos años. El capítulo dedicado a su abuelo tiene un especial interés, ya que le exime de los supuestos delitos que le condujeron a ser fusilado. La mala bestia sangrienta en la que ha quedado convertido Pedro Luis de Gálvez a través de distintos relatos nada tiene que ver con el personaje que describe su nieto.
'Su obsesión principal fue la libertad, el ejercicio del libre albedrío. 'Siempre escribí lo que me dio la gana. Jamás por cobardía ni por dinero', dice en uno de sus versos. No fue anarquista ni comunista, no militó en partido político alguno. 'A mí nadie me pone un sello en la frente solía decir', escribe Pedro Gálvez en alusión a su abuelo.
El nieto del poeta señala que los crímenes de los que alardeaba su abuelo eran fingidos, fruto de la imaginación de un hombre aficionado a las tertulias y la bebida. 'Aparte de los sonetos que publicaba sobre la guerra y algunos artículos para los periódicos, hemos de imaginarnos que la mayor parte del tiempo se iría en tertulias y en dar cuenta de la botella de coñac que se bebía diariamente. Y cuantas más copas de coñac metía en su cuerpo, más fabulaba y, como buen andaluz, más mentiras contaba y más ínfulas se daba. ¿Y de qué podía jactarse un intelectual en aquella época caracterizada por los enfrentamientos bélicos? Pues de sus acciones de guerra, de su ferocidad y arrojo en los combates imaginados y de los muchos quintacolumnistas que había apresado y eliminado. Y de este modo, entre los vapores del alcohol, mi abuelo se creaba un mundo de molinos de viento convertidos en gigantes', relata. Entre los crimenes que le llevaron al paredón figuraban 'las muertes de algunas docenas de monjas, pues eso quedaba siempre de lo mejor y se podía repartir como los huevos: por docenas', ironiza el nieto.
Pedro Gálvez exculpa a su abuelo de cualquier responsabilidad en el asesinato del comediógrafo Pedro Muñoz Seca, al que admiraba y tenía por amigo. El nieto acusa de 'grave difamación' a los biógrafos de Muñoz Seca que imputan a su abuelo la muerte del comediógrafo. Pedro Gálvez recuerda asimismo que su abuelo protegió en su casa al escritor Ricardo León. Tras la victoria franquista, este autor de novelas de exaltación religiosa y patriótica no hizo nada, sin embargo, por salvar a Pedro Luis de Gálvez, se lamenta el autor de Desarraigo. El poeta malagueño murió fusilado el 30 de abril de 1940.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.