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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Democracia planetaria

Los últimos 25 años han visto un formidable avance de la democracia en el mundo, no sólo en Europa, sino también en América Latina y, hasta cierto punto, en Asia y en la olvidada África. Entonces, los países que avanzaron por este camino sabían adónde querían llegar. Hoy, ante el cambio derivado de la globalización, no hay ruta de viaje ni destino claro.

Al celebrar su primer cuarto de siglo, EL PAÍS ha convocado un debate sobre La democracia en el nuevo milenio no para mirar al pasado, sino hacia adelante, en un intento de contribuir a pensar y explicar los futuros posibles. Huyendo de toda tentación de imponer al resto un concepto único de democracia, se da un consenso en el diagnóstico: los problemas que en el siglo XIX se gestionaban desde el Estado-nación y los nuevos que han surgido, como los medioambientales o determinados aspectos negros de la globalización, requieren políticas e instituciones regionales y planetarias que sustenten una nueva democracia supranacional, cuyos titulares serán los individuos, pero que está por inventar.

Como ha señalado el escritor Carlos Fuentes, 'no hay globalidad que valga sin localidad que sirva'. A menudo, incluso si hay democracia, como es el caso hoy en casi toda América Latina, falta un Estado eficaz y redistributivo para luchar contra las gigantescas desigualdades que en ocasiones deslegitiman a la propia democracia ante los ciudadanos. La democracia no es suficiente por sí sola para redistribuir la riqueza y las oportunidades. Pero sin ella los ciudadanos quedan a la intemperie frente al poder.

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En el nuevo mundo, la redistribución no podrá ser sólo local. Desde la globalización debe avanzarse hacia instituciones que aseguren más oportunidades para todo el mundo. Se trata de gobernar la globalización. En cinco años, en Internet estará casi toda la cultura escrita del mundo. Hay que contribuir a que el acceso a las redes se universalice y no sea privilegio de una minoría. Las sociedades no pueden dividirse por una brecha digital que constituiría un formidable obstáculo al avance de la democracia en el mundo.

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