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Hillary Clinton se incorpora a un Senado dividido al 50%

El comienzo de la 107ª legislatura del Congreso de EE UU, la más dividida entre republicanos y demócratas en muchas décadas, tuvo ayer una imagen emblemática: la de Hillary Clinton, en traje azul turquesa, jurando su cargo de senadora frente a Al Gore. Hillary, la gran vencedora del capítulo legislativo de las últimas elecciones norteamericanas, fue incorporada oficialmente al Capitolio por Gore, el dramático perdedor del capítulo presidencial de esos comicios. Y Clinton, al que le quedan dos semanas en la Casa Blanca, asistió a la ceremonia desde la galería de invitados.

Hasta el próximo día 20, Gore es, como vicepresidente del Gobierno, presidente del Senado. Ese día cederá ambos puestos al republicano Dick Cheney, y se romperá el empate a 50 entre demócratas y republicanos con el que ayer arrancó la nueva sesión de la Cámara alta.

Amparándose en ese hecho, los republicanos se negaban ayer a la propuesta demócrata de compartir las presidencias de las comisiones y otros puestos importantes en el Senado. Los conservadores insistían en que la inminente ascensión de Cheney a la vicepresidencia les concederá el voto de calidad necesario para romper empates en el Senado, por lo que siguen siendo la mayoría en esa Cámara.

Es una excusa cogida por los pelos, replicaban los demócratas. Éstos ponían el acento en que una situación de igualdad de escaños entre los dos partidos no existía en el Senado desde 1880. Y le añadían el buen argumento de que todo el mundo, empezando por el presidente electo, el republicano Bush, lleva semanas diciendo que la estrechez de los resultados electorales obliga a la clase política a un ejercicio real de bipartidismo, reconciliación y consenso.

La Cámara de Representantes comenzó la legislatura con una corta mayoría republicana: 221 frente a 213. Eso permitió la reelección del republicano Dennis Hastert como su presidente. El Partido Republicano disfruta de ventaja en la Cámara de Representantes desde las elecciones legislativas de 1994, pero ésta se ha ido acortando cada vez más.

En las dos Cámaras del Capitolio se escucharon ayer llamamientos a la cooperación, pero en cuestión de semanas podrá saberse si es o no pura retórica. 'Alguna gente cree que será milagroso que este Congreso y el nuevo Gobierno encuentren algún modo de trabajar conjuntamente', reconoció Tom Daschle, líder demócrata en el Senado.

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La nueva legislatura estadounidense tendrá que afrontar las principales propuestas electorales de Bush: un recorte general de impuestos de 1,3 billones de dólares, la creación de un escudo de defensa frente a ataques de misiles, la reforma de la educación pública y la privatización parcial del sistema público de pensiones de jubilación. Sus dos cámaras se reunirán el sábado para confirmar la elección de Bush como presidente, tras obtener 271 votos del Colegio Electoral frente a los 268 de Gore.

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