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La atención del adolescente

La adolescencia es el periodo del desarrollo del ser humano que establece la transición de la infancia a la edad adulta. En la actualidad esta etapa de la vida se está alargando. La prolongación de los estudios, la incorporación más tardía a trabajos estables, la dilación en la emancipación de los padres son, entre otros motivos, la causa de que la adolescencia se prolongue hasta muy entrada la segunda década de la vida.La adolescencia está marcada por los cambios. El reto que aparece para estos chicos y muchachas es difícil: una forma corporal distinta y cambiante día a día, la necesidad de asumir una nueva identidad de adulto y la creación de relaciones interpersonales distintas a las de la infancia. El fracaso en asumir los cambios es frecuente, y con ello la aparición de problemas psicosociales tan característicos de los adolescentes.

Esta fase del desarrollo se caracteriza asimismo por la buena salud y los muchos problemas. Muchos médicos creen que no hay ninguna necesidad de tratar específicamente a los adolescentes. Se les considera como personas eminentemente sanas. Históricamente, durante esta edad, sólo se han contemplado los aspectos sanitarios. Las infecciones, los traumatismos, el acné, son causas habituales de solicitud de atención médica en este periodo de la vida.

Desgraciadamente, estas demandas de atención no se han utilizado para promocionar una educación sanitaria adecuada, dar consejos sobre prevención y detectar problemas de salud específicos de los adolescentes. Los trastornos en la alimentación como la anorexia y la bulimia, las conductas de riesgo como la adicción al tabaco, al alcohol y a las drogas, los embarazos y las enfermedades de transmisión sexual, confieren un campo complejo y a la vez poco atendido por los servicios sanitarios.

El adolescente tiene derecho a encontrar un profesional sanitario preparado y competente para prevenir, orientar y resolver sus problemas específicos de salud, con una visión que englobe los aspectos biológicos, psicológicos y sociales. El pediatra es el mejor candidato para realizar esta labor.

Hay una cruel paradoja: cuando más los necesitan, los dejan. Los niños son atendidos por los pediatras hasta que llegan a la adolescencia, edad en la que más aumenta la necesidad de atención y consejo. Los pediatras realizan una asistencia más preventiva que curativa, y además- y este hecho es esencial- son especialistas en crecimiento. Por tanto, conocedores de los cambios físicos y psicológicos que se producen en la infancia, y también, no lo olvidemos, en la adolescencia.

Prevención y conocimiento del cambio no son los únicos valores que hay que aportar. Desde hace tiempo, los pediatras están formándose en la adolescencia, así como demostrando la voluntad de asumir la atención sanitaria de esta franja de edad, que llega como mínimo hasta los 18 años.

No podemos cambiar pastillas por pastillas; las sustancias "de síntesis" conseguidas ilegalmente por las legales "de farmacia". En una sanidad donde el consumo de fármacos es símbolo de solución de todos los problemas, sería un error este mero intercambio. La solución es que el pediatra lidere el enfoque multidisciplinario de la atención de los problemas de salud del adolescente.

Psicólogos, psiquiatras, educadores, ginecólogos, endocrinólogos y otros profesionales tienen que trabajar interdisciplinariamente y coordinadamente en su atención. Otros profesionales podrían realizar esta función de "médicos de los adolescentes", pero, cuando la presión asistencial de los médicos de familia y otros especialistas crece con el incremento de la edad de la población, nuestros niños, por suerte, están cada vez más sanos.

Los pediatras, por tanto, hemos de dirigir nuestros esfuerzos a las necesidades de salud más desatendidas y apremiantes. Además, el pediatra siempre puede decirle al adolescente: "Oye, que yo te he visto nacer". Que no es poco.

Josep Maria Mauri Puig es presidente de la Sociedad Catalana de Pediatría.

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