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Bush acusa a Clinton y Gore de debilitar militarmente a EE UU, pero no recupera terreno en los sondeos

"Los partidarios de Al Gore proceden de Venus, y los de George Bush, de Marte", ironizó ayer el politólogo John Zogby al comentar el último sondeo de Reuters, que otorga al candidato demócrata una ventaja de 21 puntos entre el electorado femenino y al republicano una de 11 entre los varones. Y al dios de la guerra consagró ayer Bush la jornada; flanqueado por los ex generales que dirigieron la Operación Tormenta del Desierto contra Irak, Colin Powell y Norman Schwarzkopf, el candidato republicano presentó su programa militar ante un grupo de veteranos en Michigan.Las Fuerzas Armadas de EE UU, según Bush, están hoy, tras ocho años de presidencia demócrata, "peor preparadas para afrontar una grave crisis internacional" que durante "el gran momento" en el que su padre ocupaba la Casa Blanca y dirigía, con la ayuda de Powell y Schwarzkopf, la lucha contra Sadam Husein.

Bush acusó a Clinton y Gore de haber carecido de "una visión estratégica" y no haber ejercido "un fuerte liderazgo". Kym Spell, portavoz de la campaña demócrata, replicó de inmediado asegurando que las tropas estadounidenses están muy bien dotadas y preparadas, y recordó que los recortes presupuestarios en el Pentágono comenzaron con Bush padre.

La idea de que el Ejército más poderoso del planeta ya no lo es tanto constituye uno de los caballos de batalla electorales de Bush, en el que encuentra más simpatías entre los uniformados y los muy conservadores, pero no entre el público en general. El gobernador de Tejas y su candidato a la vicepresidencia, el gris Dick Cheney, que fue secretario de Defensa durante la Operación Tormenta en el Desierto, aseguran que los militares estadounidenses están "mal pagados, faltos de equipos nuevos y repartidos en demasiadas operaciones de mantenimiento de la paz". Por ello, Bush advirtió de que su país no puede ser el "guardián de la paz del mundo".

El candidato republicano confirmó en Michigan que, de resultar elegido presidente, el ex general afroamericano Powell, muy querido en EE UU, ocupará un puesto en su Gobierno. Su equipo de campaña reiteró la idea de que si los republicanos reconquistan la Casa Blanca impulsarán el controvertido proyecto de dotar a Estados Unidos de un escudo contra misiles nucleares estratégicos. El viernes, Clinton dejó esa decisión en manos de su sucesor.

Pero al verbo de Bush le siguen sin cuadrar sus cuentas, pues propone dedicar a las Fuerzas Armadas 45.000 millones de dólares en una década, menos de la mitad de la cifra escrita en el programa económico presentado por Gore.

Ni esta retórica militar ni su oferta de masivo recorte de impuestos están logrando arrebatar a los votantes. Según el sondeo de Reuters, antes citado, Gore saca seis puntos de ventaja en intención de voto; el demócrata obtiene 46% frente al 40% del republicano. El ascenso es de tres puntos respecto al sondeo anterior.

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"A Bush siempre le ha encantado ser el aspirante al título", dijo ayer su portavoz oficial, Karen Hughes, restando importancia al último sondeo. Pero en una información que publica el diario The New York Times se asegura que entre los líderes republicanos crece la preocupación por las pifias y la baja forma de Bush.

Hughes recordó que, en febrero, cuando John McCain ganó a Bush las primarias republicanas de New Hampshire, se registró el mismo fenómeno; Bush resucitó después y terminó arrojando a McCain a la cuneta.

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