_
_
_
_
_
Entrevista:Ricardo Lagos - Presidente de Chile

"No voy a aceptar que el Ejército haga juicios políticos"

Le comento al presidente chileno que "Chile vive unos días complicados", a propósito del último desafío del Ejército en su afán de arropar al ex dictador Augusto Pinochet. "Yo no los veo complicados, quizá es la irresponsabilidad de uno, pero no los veo así", dice Ricardo Lagos, en tono relajado, en su despacho del palacio de la Moneda. Pero las relaciones entre el Gobierno y las Fuerzas Armadas pasan por uno de los peores momentos. Desde que la Corte Suprema levantó la inmunidad parlamentaria al senador vitalicio para procesarle, la tensión cívico-militar ha ido en aumento hasta llegar a su cenit el miércoles pasado cuando el general Sergio Candía, jefe de la guarnición de Santiago y tercero en el escalafón por antigüedad, representó al comandante en jefe, Ricardo Izurieta, en un acto de marcado carácter político de apoyo a Pinochet. En plena resaca, EL PAÍS conversó el viernes con el presidente chileno, que, a punto de cumplir seis meses en el poder, advierte con firmeza de que los militares no son una fuerza deliberante y que deben someterse al poder civil.Pregunta. ¿Tiene Chile unas Fuerzas Armadas que no son del todo obedientes?

Respuesta. Creo que las Fuerzas Armadas son obedientes de acuerdo a lo que dice la Constitución. Yo estoy dispuesto a comprender que para ellos puede ser muy duro que su antiguo comandante en jefe durante largos años pase por una situación judicial muy compleja. Pero una cosa es la comprensión y otra muy distinta es tener actitudes que implican hacer juicios políticos. Se lo he dicho con mucha claridad, no voy a aceptar que el Ejército haga juicios políticos porque daña a Chile. Daña a Chile la percepción de que puede haber instituciones armadas que no actúan de acuerdo al mundo democrático y civilizado. El monopolio de la fuerza le corresponde a las Fuerzas Armadas; el cómo y el cuándo se muestre esta fuerza le corresponde a la autoridad civil. Este principio básico lo he conversado con los altos mandos y es el que se va a aplicar. Estoy muy tranquilo, no tengo ninguna preocupación, ni la tuve cuando el fallo judicial contra Pinochet. Sabía que no ocurriría nada. Que el comandante en jefe fuera a saludar a su antiguo camarada de armas que había tenido una resolución judicial negativa, me parece razonable. El miércoles, un general asistió a una ceremonia que se suponía era en homenaje a los caídos, pero que tenía un carácter político. Así lo dije a los chilenos, esta ceremonia fue política y, por lo tanto, le hice ver al Ejército que era inadecuado que fuera un general en activo a dicha ceremonia.

P. Lo que sorprende es que el Ejército, en vez de acatar la declaración del presidente de la República, responde y el comandante en jefe justifica la presencia del general Candía en un acto político junto a Pinochet.

R. Es más sutil. Él no ha justificado, sino que ha dicho que tiene atribuciones para enviar a quien quiera a una reunión. En el día de hoy (el pasado viernes), el ministro de Defensa le está respondiendo.

P. Está usted dispuesto a tomar medidas contra el general Candía, que acudió al acto en la Fundación Pinochet, o cree que la responsabilidad es de más arriba.

R. A su debido momento, usted se va acordar de esta conversación.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

P. ¿Debo entender que va a adoptar alguna medida?

R. (Largo silencio). A su debido momento... No me gusta anticiparme a los hechos. Tengo muy claro cuál es mi rol en los seis años de mandato y las cosas se van a hacer como digo yo.

P. ¿Tiene usted la percepción de que el comandante en jefe del Ejército, Ricardo Izurieta, ha comprometido en exceso a la institución que representa en la defensa de Pinochet?

R. Creo que los militares no han comprendido adecuadamente la división de poderes del Estado. Ellos tienen la sensación de que el poder Ejecutivo tenía que haber hecho más. Y esto me parece un profundo error de su parte. Entiendo que en un momento dado puede haber molestia, pero... En todo caso, me parece que las nuevas generaciones piensan distinto. Están cansados del pasado.

P. ¿En qué generación coloca al general Izurieta?

R. En la transición.

P. ¿Y que mira todavía mucho el pasado?

R. Es el comandante en jefe de un Ejército cuyo comandante en jefe anterior duró 25 años en el puesto, es senador y está desaforado; de un Ejército cuyos dos antecesores al general Pinochet (René Schneider y Carlos Prats) fueron asesinados. Dos asesinados y un desaforado, he aquí los antecesores de Izurieta. Es difícil dirigir una institución que tiene esa tremenda carga emocional.

P. ¿Cree usted que la agenda de su mandato ha estado muy marcada hasta ahora por el caso Pinochet?

R. No. Si yo miro a mi agenda, a la que tengo en el escritorio, a ese caso le dedico una hora cada cuatro o cinco días. Cuando llegué al Gobierno asumí en el ámbito político tres elementos ordenadores. Primero: el caso Pinochet entra en los tribunales y ése no es mi problema. Segundo: las situaciones provenientes de las violaciones de derechos humanos las vamos a resolver en la Mesa de Diálogo, porque ahí tenemos una instancia donde el mundo civil, los abogados de derechos humanos y los militares se juntan. Tercero: los cambios constitucionales políticos indispensables para tener una Constitución democrática se resuelven en el Parlamento. Lo que no acepto es mezclar una cosa con otra: yo te doy esto y tú me das lo otro.

P. ¿Ha mantenido algún contacto con Pinochet o alguien de su familia desde su regreso a Chile?

R. No, porque no veo el propósito. Si fuera necesario, podría hacerlo.

P. ¿Qué sensación le produce, en lo personal, que el ex dictador, el hombre que tuvo más poder en Chile, sea ahora un ciudadano más, sin blindaje de ningún tipo?

R. Tuve la sensación hace mucho tiempo de que Pinochet era un personaje del pasado y no del presente. El día de su desafuero estaba reunido con intendentes aquí, en el palacio de la Moneda, cuando se acercó el ministro del Interior para darnos el resultado del fallo de la Corte Suprema. La reunión continuó como si no pasara nada. Y yo continué con mi agenda el resto del día. Reconozco que cuando leí el fallo me impactó, por la contundencia más que por la votación (14 a favor del desafuero contra 6). Me sorprendió mucho, no pensaba que iba a haber una sentencia de estas características.

P. ¿Cómo ve usted a la derecha chilena, que ante las últimas elecciones presidenciales se distanció de Pinochet y a raíz del desafuero ha vuelto a cerrar filas en torno a la figura del ex dictador?

R. Marketing. La derecha real es aquella que corre en torno a Pinochet. En Chile se impuso la derecha de Blas Piñar y no la de Manuel Fraga.

P. ¿Vetaría usted el ascenso de un general con antecedentes de violaciones de derechos humanos durante la dictadura?

R. Como norma general, no quisiera que hubiera oficiales vinculados a casos de violaciones de derechos humanos.

P. En los seis meses que lleva en el Gobierno, ¿qué avances reales ha conseguido para las reformas políticas pendientes para acabar con la herencia de la dictadura?

R. Creo que vamos a tener un avance sustancial, estoy seguro. Por ejemplo, cuando llegue el nombramiento del comandante en jefe del Ejército a partir de los cinco generales más antiguos. Yo puedo preocuparme de configurar estas cinco antigüedades. Si yo tengo in pectore a un militar en activo, puedo empezar a rechazar ciertas antigüedades para facilitar su ascenso. Si hay alguien que claramente no me gusta, yo lo veto y no le doy la aquiescencia para su ascenso. Quiero un conjunto de normas de modificación política. En diciembre de 2005 tengo que nombrar senadores designados. Soy optimista. La derecha empieza a darse cuenta de que las instituciones que ellos entendían que preservaban un statu quo ahora van en su contra. Si se aplica la ley de la biología y de la esperanza de vida la institución de convertir en senadores vitalicios a los ex presidentes, pues mira tú, gracias a un senador vitalicio ex presidente (Eduardo Frei), en este momento tengo mayoría en el Senado y el 2006, conmigo habrá dos senadores vitalicios de la Concertación, si opera la esperanza de vida. Le puedo asegurar que la derecha estaría muy interesada en que desaparezcan estos senadores y que yo no nombre a ninguno.

P. ¿Y cómo va a llevar a cabo las reformas políticas más profundas, como la Constitución chilena, el Consejo de Seguridad Nacional, la ley electoral?

R. Yo planteé con mucha nitidez que quiero reformas constitucionales de envergadura, al milímetro. Quiero todo el paquete, es decir, una reforma constitucional en su globalidad. Si no es posible en esta legislatura, lo conseguiremos en la próxima, después de las próximas elecciones parlamentarias de diciembre de 2001.

P. ¿Cómo se siente entre los muros de este palacio de la Moneda, donde murió el anterior presidente socialista que tuvo Chile?

R. Ha habido momentos duros. Invité a algunos amigos míos que estuvieron aquí el 11 de septiembre de 1973. Identifiqué exactamente el lugar donde falleció Salvador Allende. Parte de este sector de la Moneda se reconstruyó de una manera distinta a lo que había. El presidente ocupaba las dependencias en donde ahora está mi esposa, Luisa. Recorrimos el palacio y reconstituimos donde estaban el día del bombardeo. Es parte de la historia lo que aquí ha ocurrido. ¿Cómo se siente uno? Bueno... La verdad es que aquí uno entra en la vorágine del trabajo cotidiano, pero, efectivamente, hay momentos en que te acuerdas de lo que aquí ocurrió.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_