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VALENTÍN FUSTER - DIRECTOR DE CARDIOLOGÍA DEL HOSPITAL MOUNT SINAI

"Esta sociedad agrava el riesgo de infarto"

Valentín Fuster se levanta cada mañana a las cinco para llegar al trabajo horas antes que los demás. Es su forma de luchar contra el estrés de la vida moderna que tanto le preocupa y que está incidiendo, según dice, de forma muy negativa en la salud cardiovascular de la población. Explica que necesita esas tres horas de soledad porque es el único momento en que puede pensar con tranquilidad. Ha sido presidente de la American Heart Association hasta hace un año, recibió en 1996 el Premio Príncipe de Asturias de investigación y hoy dirige el Instituto de Cardiología del hospital Mount Sinai de Nueva York. Cuando estudiaba segundo de medicina asistió a un curso de verano en la Universidad Menéndez Pelayo de Santander, y allí decidió dedicarse a la investigación. Desde entonces, siempre que puede, imparte un curso en ese centro. Acaba de pronunciar el último, sobre la aterotrombosis.Pregunta. La terapia genética abre una nueva vía para tratar las enfermedades coronarias. ¿Cree que revolucionará los tratamientos?

Respuesta. Veo muy positivo aplicar la terapia genética a ciertos problemas metabólicos, concretamente el HDL , pero no veo clara la angiogénesis . Parece que no es duradera y el flujo de aumento de sangre en el corazón no es suficiente para prevenir el fenómeno isquémico.

P. ¿Qué le parecen las experiencias de trasplante de células?

R. Me parece muy esperanzadora la terapia con células madre. Es muy positivo lo que se está averiguando sobre el trasplante de células de médula ósea y embrionarias. Por ejemplo, en la médula ósea, las células son potencialmente células de materiales que pueden proliferar en lugares de isquemia.

P. ¿Qué puede hacer el desciframiento de genoma por la medicina cardiovascular?

R. Hay que ser muy precavidos sobre lo que se puede esperar del genoma. Es cuestión de tiempo poder llegar a decir quién tiene, por ejemplo, la predisposición de desarrollar la enfermedad cardiaca y quién no, independientemente de si el colesterol está elevado o no. Es una puerta abierta pero se va a tardar mucho en identificar al individuo de alto riesgo.

P. Una de las investigaciones punteras de su centro es el diagnóstico con imagen. ¿Cuáles son los últimos avances?

R. Se ha avanzado mucho en los últimos dos años. El 7 de agosto sale un artículo en la revista Circulation sobre las posibilidades de identificar la arteria humana desde el punto de vista de la luz vascular y de la pared en individuos con enfermedad coronaria y en individuos normales. La técnica utilizada es molecular, se mandan unas ondas que recibe el tejido que responde dependiendo de la carga electrónica de la difusión de agua con una imagen, es decir, la técnica de la resonancia magnética. Lo que hemos conseguido es que se puedan ver a través de esta tecnología los vasos que irrigan zonas vitales sin tener que inyectar ningún contraste. Se reconoce la sangre que circula y el espacio de dentro de la arteria, con lo que vemos si está abierta, y también la pared arterial, en la que se aprecia si hay composición grasa o de cáncer.

P. ¿En qué plazo calculan que se podrá utilizar de forma generalizada esta técnica?

R. Siempre hay un paso gigantesco desde que se encuentra la técnica hasta que puede trasladarse al público con cierta facilidad, de forma que no sea cara y sí muy precisa, que no deje casos por diagnosticar. Y éste es el siguiente paso, hace cinco años yo no creía que estaríamos donde estamos ahora.

P. ¿Qué aplicaciones puede tener esta tecnología?

R. No sólo aplicaciones vasculares, porque también permite ver el flujo de dentro de la musculatura cardiaca, la estructura del músculo cardiaco. Es posible que, acoplada con otras técnicas, pueda dar el diagnóstico preciso a todo enfermo en pocos minutos. Hemos tratado en forma experimental a 150 pacientes, a un ritmo de unos tres por semana.

P. Usted insiste mucho en la necesidad de programas para el control de los factores de riesgo, como complemento a la prevención primaria.

R. Todo el mundo sabe lo que se debe hacer pero nadie lo hace, los factores de riesgo (como los malos hábitos alimenticios y el tabaquismo) no se modifican porque es difícil, estamos en una generación en la que no hay tiempo para que cada uno se pare a pensar en lo que debe hacer. Esta sociedad agrava el riesgo de infarto, por lo acelerada que va.

P. En su centro han abierto una unidad para combatir este problema de malos hábitos.

R. La manifestación de las enfermedades cardiovasculares tienen un componente psicológico muy importante. La carga emocional juega un papel grande en la percepción de la enfermedad. He comprobado que estábamos empleando mucho tiempo en luchar por la prevención y me he convencido de que no es la vía mejor. Lo que hay que hacer es primero proporcionar al individuo sosiego, para luego empezar el tratamiento. En ese departamento lo que se hace es analizar por qué un individuo no deja de fumar o por qué no toma la medicación y atacar el problema desde la raíz, y no limitarse a decirles que determinados factores son malos para la salud. El problema de la medicina cardiovascular de hoy en día es que sabemos demasiado y no lo aplicamos.

P. Una vez se saben los factores de riesgo de un individuo, ¿se podrá saber cuál es su posibilidad de infarto?

R. Esto es clave. Se está avanzando bastante con animales experimentales. Se ha visto cuáles están predispuestos a la arterioesclerosis con una dieta grasa. También se ha comprobado que hay células específicas que reaccionan con una genética que lleva a la arterioesclerosis en ciertos individuos, y que las mismas células en otros individuos no reaccionan así porque tienen una dotación genética distinta.

P. ¿Se puede hablar de un factor más determinante que otros?

R. El conjunto de factores es lo más importante. Pocos infartos ocurren sólo por un factor de riesgo, la mayoría se producen por dos. En España, se trata sobre todo del tabaquismo y el colesterol elevado, pero hay que recordar que la mayor parte de ese colesterol es genético y no provocado por la alimentación. El estrés agudo también puede tener repercusiones cardiacas y la obesidad es un riesgo muy importante. En cuanto al estrés crónico y la depresión, hay una cierta relación pero también pueden ser por factores concomitantes como la obesidad o el tabaquismo, que provocan más la enfermedad que el estrés crónico.

P. El tiempo es decisivo en la atención a un infarto.

R. Fundamental. El máximo riesgo del infarto es cada minuto que pasa, porque aumenta de tamaño. Hay que presentarse en el hospital o llamar a una ambulancia en el momento del primer dolor inusual. Se trata de un dolor distinto, que le resulta desconocido al individuo, un dolor acompañado de una sudoración rara, una sensación aguda no experimentada antes. La mortalidad es en las primeras horas, por eso es importante la educación al público. En la American Heart Association hemos elaborado un programa para los próximos 10 años para la identificación y tratamiento rápido del infarto de miocardio y la prevención de la recurrencia.

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