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Reino Unido prepara una abolición de restricciones a la publicidad en televisión Podrían anunciarse detectives, clínicas psiquiátricas o capilares y asociaciones religiosas

Sectores tradicionalmente vetados en la publicidad de la televisión británica -religión, medicina, agencias matrimoniales o de detectives privados, entre ellos- podrán promocionar su gama de productos y servicios, de aprobarse una propuesta de la autoridad audiovisual en el Reino Unido, que ha sido sometida a "consulta" de los interesados. Esta propuesta liberalizadora se produce en paralelo con la advertencia de la industria contra las pérdidas económicas que implicaría adelantar a este año la prohibición total de publicidad del tabaco.

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"No proponemos una liberalización completa, sino un nivel correcto de normativa", explica Stephen Locke, director de publicidad y patrocinio en la Comisión de la Televisión Independiente (ITC, en sus siglas en inglés). En su propuesta de reforma del código publicitario, la ITC parte de la premisa de que el público es capaz de advertir, al menos en mayor grado que en el pasado, ofertas fraudulentas en productos que prometen cabello sano para los calvos o tratamientos instantáneos para curar el alcoholismo, dos de los productos y servicios respecto a los cuales recomienda levantar la actual prohibición.

Y pretende, por otra parte, acortar la distancia de la televisión con otros medios, como la prensa e Internet, donde las restricciones publicitarias son menos rígidas. "Es un mercado en constante cambio", advierte el responsable de la Comisión, tras indicar que muchas de las prohibiciones vigentes datan de los años cincuenta.

El documento, de carácter consultivo, propone abolir 16 y modificar ocho de las 29 prohibiciones contempladas por el equipo de la ITC. De aprobarse su propuesta, el código se modificará el año próximo, dando entrada en televisión a los anuncios de servicios de psiquiatría, de pruebas de embarazo, de asesoramiento en problemas personales o de búsqueda de la pareja ideal. Las asociaciones de tipo religioso podrían difundir apelaciones a la fe, hacer referencia a sus doctrinas o publicitar milagros, bajo ciertas condiciones; igualmente se autorizaría, con ciertas restricciones, la participación de los presentadores de espacios informativos televisados en anuncios publicitarios.

Más controvertida, quizá, es la recomendación de dar luz verde a la promoción de medicinas por parte de celebridades. Entre las modificaciones propuestas se incluye aceptar el "ocultismo". También se propone flexibilizar el periodo, una franja de dos horas durante la programación infantil, cuando los juguetes no pueden promocionarse en televisión. La obligación de indicar el precio de los juguetes por encima de las 25 libras (unas 7.000 pesetas) se mantiene.

La ITC propone preservar el veto sobre la publicidad de armas de fuego, pornografía e inversiones financieras de alto riesgo. Sus recomendaciones abolicionistas tampoco se extienden a la publicidad de los partidos políticos, sindicatos u organizaciones internacionales, como Amnistía Internacional o Greenpeace. La autoridad británica de televisión carece de competencia en este capítulo, que corresponde al Gobierno. El Gabinete de Tony Blair revisa actualmente esos aspectos.

La industria publicitaria ha recibido con entusiasmo la propuesta de modernización de un código que considera desfasado y, en algunos casos, contrario a la libertad de expresión. Las agencias del sector, así como organismos de protección del consumidor, estudian ya sus respectivas sugerencias al documento consultivo de la ITC. Una respuesta positiva dará lugar, el año próximo, a la más radical reforma del código publicitario desde el nacimiento de la televisión.

La industria tabacalera, por su parte, ha hecho un llamamiento a la Cámara de los Lores contra la prohibición de la publicidad del tabaco deseada por el Gobierno. Adelantar esa prohibición al año 2000 fue una de las promesas electorales de los laboristas, anticipándose así a las fechas previstas por una directiva europea que contempla esa prohibición a escala de la Unión Europea para el año 2006. Los industriales calculan que esa supresión producirá importantes pérdidas económicas a las compañías de publicidad y a medios de comunicación.

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