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El líder de los paramilitares escribe su ideario de "paz"

Carlos Castaño, líder indiscutible de los paramilitares colombianos, se ha esforzado en el último año por eliminar la caspa mercenaria de sus uniformes, por dotar a su movimiento, las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), de un carácter político y abrirse un lugar en las mesas de negociación."Sería como si el Estado decidiera negociar consigo mismo", insiste un analista colombiano ahora refugiado en Londres. Pero Castaño quiere demostrar que eso no es así, que el Estado que un día fomentó con leyes y cobertura militar a sus grupos, hoy también es el enemigo. Para ello, Castaño ha escrito Las Autodefensas y la paz, libro del que sólo se conoce el primer capítulo.

La primera entrega haría innecesarias otras posteriores. Castaño golpea a la guerrilla, al Estado, a sectores del empresariado, a los defensores de derechos humanos, en fin: a todo lo que le molesta. Asegura que las AUC también proponen un nuevo modelo de Estado basado "en los conceptos de tradición, democracia, propiedad, igualdad, libertad, unidad nacional, privatización y justicia". Todo ello como respuesta a "la exclusión, la violencia, la corrupción, la ineficacia, la represión (...) que han desnaturalizado la esencia del Estado".

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Justicia social

Leyendo la enrevesada prosa de Castaño, las AUC aparecen como un movimiento libertador cuyo motor no es otro que "la justicia social". Es difícil pensar que el que escribe es el líder de los grupos que, según la Comisión Justicia y Paz de la Iglesia católica en Colombia, son responsables del 76,8% de las violaciones de derechos humanos en 1998 (frente al 18,6% que se imputa a los guerrilleros) o del 84% de las matanzas, frente al 14% de la insurgencia.

Pero Castaño no deja de ensanchar su piel de cordero: "No transigiremos jamás con dictaduras militares de izquierda o de derecha"; "La concentración de riqueza, las brutales diferencias del ingreso, la concesión de privilegios (...), revelan la situación de indolencia del Estado". Frente a esa "actitud irresponsable del Estado", Castaño asegura que en las zonas donde las AUC tienen el control "se pacificaron las relaciones entre el capital y el trabajo dentro de un claro concepto de justicia laboral". Las AUC no comparten los modelos neoliberales, a los que Castaño critica, y acusan a la guerrilla de "no concebir los giros progresistas y renovadores de la socialdemocracia occidental".

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En el catálogo de enemigos de Castaño no faltan los narcos, a los que encuentra ligados con las guerrillas. Pero, una vez más, Castaño olvida las declaraciones que concedió hace tres semanas a la revista Cambio: "Nosotros nos financiamos con lo que producen los cocaleros. Yo les cobro [a los narcos] el 60% de lo que ganan".

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