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LA VIOLENCIA EN ARGELIA

Tras la pista del asesino

Hachani, 'número tres' del FIS, denunció antes de su muerte que estaba siendo acosado por agentes argelinos de seguridad

Juan Carlos Sanz

Los servicios de seguridad argelinos han detenido a decenas de sospechosos, han hecho un retrato robot del asesino y han asegurado que esclarecerán la muerte del número tres del Frente Islámico de Salvación (FIS), Abdelkáder Hachani. Pero lo cierto es que la investigación de los principales crímenes ocurridos en Argelia, como el del presidente Mohamed Budiaf, en 1992, o el del líder sindical Abdeljak Benhamuda, en 1997, se cerró también con un puñado de oscuras detenciones de sicarios.El ingeniero petroquímico Abdelkáder Hachani, asesinado hace una semana en Argel por un pistolero, era, a los 44 años, el líder efectivo del proscrito FIS, su político más hábil y un previsible cartel electoral del islamismo tras el regreso de la paz civil a Argelia. Pragmático y realista, pero no contemporizador, mantuvo hasta el final que sin democracia, sin la legalización de su partido, no era posible la reconciliación. Se había enfrentado al líder histórico del FIS, el jeque Abasi Madani (en detención domiciliaria), y a la dirección en el exilio por sus componendas con el régimen, pero también se había alejado del fundamentalismo del número dos del FIS, el imam Alí Benhadj (todavía encarcelado), y condenaba abiertamente el terror del Grupo Islámico Armado (GIA).

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Cada vez cobra más fuerza la tesis de que fue tiroteado por mantener su independencia, por intentar forjar una alianza con la oposición al régimen. Además, Hachani había hablado más de la cuenta con la prensa extranjera. La pista de su asesino se pierde en la sala de espera de un dentista de Bab el Ued, un barrio popular de Argel y feudo del integrismo, pero los testimonios de personas próximas a él y las revelaciones de la prensa argelina coinciden en que el número tres del FIS había enviado una carta al Gobierno argelino para denunciar que estaba siendo acosado por los servicios de seguridad.

El 28 de octubre escribió al ministro del Interior, Abdelmalek Sellal, para quejarse de que había sido llamado a presentarse en la jefatura de policía de Argel. "Un grupo de agentes me preguntó sin orden ni concierto sobre la situación política en general". Fueron unas cinco horas de velado interrogatorio. Alguien se preocupó de enviar copias de la carta desde un fax anónimo a los periódicos argelinos, a la presidencia de la República y a la secretaría de Defensa. Ahmed Zaui, en nombre del Consejo de Coordinación del FIS en el exterior, revela que Hachani había sido convocado por los servicios de seguridad para recibir un mensaje: que dejara de hacer declaraciones contra la Ley de Concordia Nacional, que prevé la amnistía a los combatientes que se entreguen antes del 13 de enero.

"Hay que dejar las cosas claras para acabar de una vez con la confusión y las manipulaciones", escribió Hachani. "Creo que una discusión de este tipo no debe tener como escenario los locales de semejante institución ", criticaba en su carta.

De este relato, el diario Le Monde deduce que el régimen intentaba sondear a Hachani sobre su posición ante el proceso de reconciliación nacional. EL PAÍS ya había anticipado que la cúpula del Gobierno argelino estaba enviando mensajes a los islamistas próximos al FIS en los que les invitaba a integrarse en movimientos legales afines. Éste sería el caso del partido Wafa (Fidelidad), que el ex ministro de Exteriores Ahmed Taleb-Ibrahimi, político próximo al FIS, se dispone a poner en marcha.

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Pero en la misma carta, el líder político islamista habla de una sombra acechante. Un hombre que se hacía llamar Naim, que se había hecho pasar como emisario de un tal Abu Faisal, supuesto emir integrista, en julio de 1998, para intentar establecer contacto con él en una mezquita. Un año después, el mismo personaje misterioso abordó a un hijo de Hachani para intentar sacarle "detalles" sobre los movimientos de su padre. Al parecer, también merodeaba por el barrio haciendo preguntas incómodas a sus vecinos. Éste precisaba también que, el 18 de octubre, vio al mismo Naim "saliendo de la comisaría de Bab el Ued".

Para El Ribat, el órgano del FIS en el exilio, su muerte despierta terribles sospechas: "Hachani era seguido en todos sus movimientos por agentes de las fuerzas de seguridad. ¿Cómo se puede explicar que pudiera ser asesinado, con facilidad y a sangre fría, sin que los agentes intervinieran?". Los policías que vigilaban a Hachani habían desaparecido en la mañana del pasado martes, cuando acudió a la consulta del dentista. Hachani era seguido desde hace más de dos años, cuando fue excarcelado de la siniestra cárcel de Serkayi, el antiguo penal de Barbarroja, en las puertas de la alcazaba de Argel, tras cumplir cinco años de cárcel. El semanario francés Le Canard Enchaîné ha revelado también que las visitas de los familiares de Hachani al imam Alí Benhadj acababan de ser suspendidas sin mediar explicación de las autoridades.

Hay quien va incluso más lejos. En unas declaraciones al canal de televisión en lengua árabe ANN, basado en Londres, citadas por el diario francés Libération, el islamista exiliado Abdalá Anas aseguraba: "Dos días antes de su muerte, Hachani me telefonéo para confesarme que se sentía amenazado. Me dijo: "Incluso ahora mismo, ellos están a mi espalda. Tewfik me envío hace poco dos llaves: de una casa y de un coche" . Hachani se negó a aceptarlas".

Tras el impulso de sus primeros meses de gestión, la política de reformas del presidente Abdelaziz Buteflika parece hallarse paralizada. Las tensiones con la cúpula militar le han impedido nombrar un Ejecutivo a su medida. Hace un mes, Buteflika admitía en el foro euromediterráneo celebrado en Formentor (Mallorca) que su camino estaba "sembrado de minas". Aún tiene que superar su primer mes de ramadán en el poder, un periodo en el que año tras año se multiplican los atentados integristas, antes de que el 13 de enero venza el plazo de vigencia de la Ley de Concordia Nacional.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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