Original y creativa
Der Kaiser von AtlantisUllmann: Der Kaiser von Atlantis. V. Antequera, A. Lozano, J. A. López, C. Faus, E. Rodríguez, R. Rosique. Ensemble Contemporáneo. Dirección musical: José Mansegas. Dirección escénica: Antono Díaz Zamora. Teatro Talia. Valencia, 4 octubre 1999.
La propuesta de la Escuela de Artes y Oficios de Valencia, al montar la ópera Der Kaiser von Atlantis, no podía ser más atractiva y oportuna. Resucitar la música de Viktor Ullmann, compositor masacrado bajo el nazismo, supone revitalizar el ya esclerotizado repertorio operístico al uso. Pero, al mismo tiempo, ejercer el sano oficio de recordarnos de dónde venimos. La obra de Ullmann trata en clave de música inteligible para todos los oídos verdades universales que laten en la adormecida conciencia de la sociedad europea. La condena del militarismo y de los regímenes basados en la autoridad personal no son temas de ayer, ceñidos únicamente a la crisis europea de los años treinta. Lo cual no excluye que la cita hitleriana, evocada en un momento dado de la representación, esté presente en la partitura de Ullmann y en el libreto de Peter Klen. Ahí radica uno de los puntos más interesantes del montaje de Díaz Zamora. No renuncia a la historia, pero tampoco circunscribe el drama a una época concreta del pasado.La interpretación musical de esta obra, que anteayer se estrenaba en España, tuvo la altura que cabía esperar de un conjunto de cantantes-actores muy jóvenes. Su mérito es considerable, por cuanto las referencias interpretativas son nulas (salvo el registro discográfico, ya inencontrable, de la colección Entartete Musik). Voces en ocasiones a medio hacer, por la propia juventud, pero gobernadas por la ilusión y las ganas de producir un fuerte impacto expresivo. La dirección musical del maestro Mansegas fue clara y diferenciadora de los diversos climas presentes en la partitura. La prestación del Ensemble Contemporáneo adoleció en algún lance de falta de refinamiento sonoro, en parte achacable a las condiciones acústicas del Talía. El esfuerzo ha merecido la pena y desde aquí se ha de felicitar a cuantos lo han hecho posible. Los 50 cortos minutos de música producen en el oyente sensible un placer estético indudable. El montaje, sencillo pero efectivo, desafía los convencionalismos. ¿Se puede pedir más?
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