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Los 'paparazzi', legalmente inocentes de la muerte de Diana

El juez cuestiona la deontología de los fotógrafos, pero no ve delito

Dos años y tres días después de que el coche en el que viajaba la princesa Diana se estrellase contra un pilar del túnel del puente del Alma, el juez de París encargado del caso ha sobreseído las acusaciones contra los nueve fotógrafos y el conductor de prensa que acosaron el vehículo de lady Di, porque no se ha establecido de manera formal una falta que tenga un "vínculo seguro" con el mortal accidente.

A pesar del sobreseimiento del asunto, el juez instructor, Hervé Stephan, recuerda en el auto que la actitud adoptada por varios fotógrafos en el escenario de los hechos "ha sido unánime y severamente criticada por diferentes testigos que pudieron observar que el accidente se había producido en un contexto al que ellos no eran extraños".En definitiva, el juez estima imposible establecer un nexo causal directo entre el accidente y el comportamiento de la llamada prensa del corazón, pero eso no borra todas las sospechas sobre su responsabilidad en el drama. El magistrado escribe en su documento que "el comportamiento de los fotógrafos les remite, así como a quienes les encomiendan el trabajo, a las condiciones morales y deontológicas del ejercicio de su actividad", pero "no es constitutivo de infracción caracterizada por la ley penal".

Para George Kiejman, abogado de la familia del multimillonario Mohamed Al-Fayed, padre de Dodi, que falleció también en el accidente, la decisión del juez instructor francés es "contradictoria" e implica "una cierta confusión, sin duda voluntaria, dada la gran calidad intelectual y el rigor del señor Stephan (el juez), entre lo que pueden constituir cargos y lo que son pruebas". Y ha añadido que recurrirá la decisión en nombre de su cliente.

El auto judicial explica que las investigaciones efectuadas se han debido a que la presencia de los fotógrafos de prensa se produjo en condiciones tales que pudieron haber jugado un papel en los hechos.

Lo cierto es que el interrogatorio de 153 testigos, de 3.000 propietarios de Fiat Uno -un vehículo presuntamente implicado en el accidente- y de decenas de análisis técnicos no basta para modificar la idea de que las principales causas del choque fueron "el estado de ebriedad" del chófer y la ingestión de medicamentos incompatibles con el alcohol. En esas condiciones, el conductor, Henri Paul -que también murió en el accidente- no pudo controlar un coche que circulaba a gran velocidad y que hubo de sortear a otro vehículo que marchaba en el mismo sentido que aquel, a velocidad inferior.

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