_
_
_
_

Anelka espera al lunes

"Es la mayor locura que vamos a hacer", dice Sanz sobre el fichaje del jugador francés.

Diego Torres

El próximo lunes será la fecha clave, cuando Lorenzo Sanz viaje a Londres para cerrar el traspaso del jugador francés Nicolás Anelka, de 20 años, por una cifra que está entre los 5.500 y los 6.000 millones de pesetas, lo que representaría un récord en el fútbol español (Denilson le costó al Betis 5.300 millones). El representante del jugador confirmó que la negociación estaba muy avanzada (aunque se refirió a que había conversaciones con otros clubes) y que las diferencias estaban en los 500 millones de pesetas entre lo que pedía el Arsenal y lo que ofrecía el Madrid. De cerrarse el fichaje, el destino de Morientes, tan feliz hasta hace días, será el banquillo. El vicepresidente del Madrid, Juan Onieva, aclaró ayer desde Milán la encrucijada: "En estos momentos estamos negociando con el jugador. Habíamos dado por cerrada la negociación que entablamos en mayo para que Anelka viniera a Madrid, pero el vicesecretario del Arsenal se puso en contacto con nosotros hace dos días para hacernos una oferta. Y hasta la semana que viene suponemos que no se decidirá nada, pero el interés de las partes es mutuo y la oferta que nos hacen el club y el jugador da pie para considerar que vale la pena negociar". Onieva no quiso hablar de cifras, pero el presidente, Lorenzo Sanz, va tras la pista de un delantero, lejos de las pretensiones de Toshack de fichar un central. Y contratar Anelka es un golpe político sin paliativos. Por su juventud, es el delantero centro con más futuro en el fútbol mundial. Un portento físico promovido por Luis Fernández en la cantera del Paris Saint-Germain y al que se compara con Ronaldo: zurdo, rápido, hábil y potente. Transferido al Arsenal en 1997, marcó 19 goles en el último campeonato de Liga inglés; 28 tantos en 90 partidos en el club londinense, la mayoría al contragolpe. "Sólo digo una cosa: Nicolas ya no jugará en el Arsenal, eso es seguro", zanjaba el técnico francés, en el lugar de concentración del equipo londinense, el viernes. Con contrato en el club de los cañoneros hasta el 2003, Anelka siempre aspiró a jugar en un club con prestigio, sobre todo en el Madrid. Y a mediados de mayo, el jugador, sus dos hermanos Claude y Diddier, y sus representante, Mark Roger, se lanzaron a una carrera por abandonar Inglaterra y mejorar su contrato. A espaldas del Arsenal, firmaron un precontrato con el Madrid, en París, el 25 de mayo pasado. Aquel acuerdo, firmado por el vicepresidente madridista, Juan Onieva, estipulaba cinco años de ligazón entre el jugador y el Madrid, pero pronto se desvanecería por la falta de liquidez del club para llevarlo a efecto y por la presión de múltiples clubes para llevarse la pieza. Los representantes del jugador tendieron sus redes en Italia. El 13 de junio, el Lazio elevó la oferta del Madrid (de 300 millones de pesetas a 500 millones anuales de ficha durante cinco años) e inició negociaciones con la familia Anelka. A partir de ahí, el club de Roma se internó en un lodazal de negociaciones que nunca llegaron a su fin. Mientras, el Juventus y el Parma efectuaron sendas intentonas para contratarle. Entretanto, en Londres, la indignación del Arsenal crecía. El técnico, Arsène Wegner, declaraba airado que el Madrid no tenía dinero para fichar a Anelka e intentaba desanimar al jugador. El Arsenal pedía 6.000 millones de pesetas por el jugador y establecía contactos con el Juventus, y Anelka amenazaba con acciones legales contra su club en caso de que lo traspasara al Juventus. "Sólo iré a Roma, y a Londres no volveré nunca", sostenía en declaraciones al periódico francés L"Équipe hace un mes. Wegner, ya concentrado con su equipo y harto, dio un ultimátum el pasado 26 de julio: "Anelka tiene 48 horas para decidirse por el sí o el no". Tres días más tarde, el Arsenal, mediante un comunicado, retiraba a Anelka del mercado y le pedía que volviera a la disciplina de la plantilla, a lo que el jugador se negaba argumentando que sufría una depresión. El caso Anelka mereció así un apelativo para la prensa italiana: era el anelkaos, aunque las negociaciones entre el jugador y el presidente del Lazio, Sergio Cragnotti, continuaron su tira y afloja, al tiempo que Anelka insistía en que nunca más volvería a Londres. Hace dos días, Cragnotti intercambió descalificaciones con los hermanos del jugador. Nicolas Anelka se encontró en tierra de nadie: criticado por sus compañeros en el Arsenal y lejos del Lazio. Es un jugador que desde hace tres meses siembra el Anelkaos.

Más información
El culebrón del verano

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_