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La Real Fundación de Toledo rehabilita el museo del escultor Victorio Macho

El conjunto reúne 60 obras del autor que inmortalizó a los personajes más significativos del 98

Tras su marcha a Suramérica durante la guerra civil española, el escultor palentino Victorio Macho (1887-1966) regresó en los cincuenta para cumplir su anhelo de vivir en Toledo. Y eligió Roca Tarpeya, un magnífico enclave de mil metros cuadrados al lado de la sinagoga del Tránsito, sobre el río Tajo. La casa museo, cerrada durante 15 años, ha abierto sus puertas este mes, después de ser rehabilitada por la Real Fundación de Toledo, que ha establecido allí su sede. El conjunto acoge unas 60 obras del autor que inmortalizó a los personajes más significativos del 98.

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Fiel al espíritu original

Victorio Macho siempre se consideró un artista independiente. Y, pese a su resistencia a promocionarse públicamente y ser un artista poco proclive a celebrar exposiciones, el escultor adquirió desde sus primeros trabajos un reconocimiento internacional. Pronto fue considerado uno de los primeros escultores monumentales en España y fue el preferido por la intelectualidad burguesa. Visto como el último heredero de la tradición escultórica castellana, formó parte del movimiento renovador que rompió con las convenciones de la escultura española del siglo XIX.En los años veinte realizó una de sus obras maestras y una de las más queridas por él: la estatua yacente de su hermano, Mi hermano Marcelo (1920), situada en la cripta que mandó construir expresamente en Roca Tarpeya. En esos años también expone con gran éxito en el Museo de Arte Moderno de Madrid y representa a España en la 14ª edición de la Bienal de Venecia. En esa misma etapa, utilizando ciertas formas neocubistas y un concepto hierático, realizó la estatua Pérez Galdós (1921), situada en el parque del Retiro madrileño, cuyo boceto se expone en Toledo; también las esculturas de La madre (1935), otra de sus preferidas; de Miguel de Unamuno (1930) y La Pasionaria, así como los retratos del pintor y amigo Aurelio Arteta; La niña vasca y Minero vasco. Macho indagó también en los tipos regionales recorriendo gran parte del norte y Castilla.

Proyecto de Zuazo

En 1936, la guerra civil interrumpe su trayectoria. Ese mismo año es nombrado académico de Bellas Artes. Antes participó en proyectos culturales del Gobierno republicano. Tras la guerra se instala en Suramérica, de donde le reclaman para construir diversos monumentos.Pero la evocación de Toledo acompañó a Victorio Macho durante su estancia americana, sobre todo en Perú, donde desarrolló gran parte de su obra y donde se casó con Zoila Barrós. Por eso, antes de su regreso a España, en 1952, solicitó la compra de una propiedad que estuviera cerca de la Casa de El Greco en Toledo y con vistas al río.

Una vez localizada Roca Tarpeya, encarga el proyecto a su amigo y uno de los más representativos arquitectos racionalistas de la II República, el bilbaíno Secundino Zuazo (1887-1970), que desarrolló un conjunto arquitectónico de estilo regionalista toledano. A esta etapa corresponde la escultura Doctor Marañón (1958) y el Monumento a Benavente (1962), ubicado también en el parque del Retiro.

El conjunto arquitectónico -rehabilitado, tras años de abandono, por la Real Fundación de Toledo, que ha destinado 200 millones de pesetas para ello-, se compone de la casa (hoy sede de la Real Fundación de Toledo), su taller (incluye una sala de audiovisual) y una sala de exposiciones. "Hemos querido mantener fiel el espíritu del proyecto inicial y del lugar, conservando la apariencia que tuvo pero con todas las instalaciones de un edificio moderno", según afirma el arquitecto encargado de la rehabilitación, Manuel de las Casas, catedrático de Proyectos de la Escuela de Arquitectura de Madrid.

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