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España, campeona de ensueño

El equipo júnior gana el primer título mundial para el baloncesto español con una lección a EE UU

Robert Álvarez

No hay nadie mejor que ellos. La gesta que lograron ayer no tiene precedentes en el baloncesto español: nunca, en ninguna categoría, había conquistado España un Mundial. Pero la generación de oro, la de la docena de chavales nacidos en 1980 y 1981, es ganadora por definición. Ganó el Europeo, ganó el torneo de Manheim -un mundial oficioso- y ayer se llevó el Mundial júnior. Su triunfo tuvo el valor añadido de ser meridiano -llegó a dominar por 10 puntos (35-25) y casi siempre estuvo por delante- y ante un equipo intratable hasta ayer, el de Estados Unidos, una especie de dream team en pequeña escala, no los mejores pero sí un grupo de excelentes jugadores de la Liga universitaria. Pero el equipo español se superó a sí mismo. Se rehizo de los momentos críticos que se le presentaron en el partido. Nunca bajó los brazos ni se impresionó por las innegables aptitudes técnicas que avalaban a sus rivales. Y ello, de por sí, refleja el talante ganador del equipo que dirige Carlos Sainz de Aja. De otra manera no se hubiera podido entender cómo se rehízo cuando llegó a perder por ocho puntos (12-20), cuando los estadounidenses volvieron a sacar cabeza después de haber ido a rebufo muchos minutos (66-72) o en un final ajustado aunque siempre dominado por los españoles.Navarro, un escolta con una calidad técnica como no se recuerda en jugadores de su edad -y ahí se incluye a los mejores de todas las épocas-, encabezó la ofensiva española. Pero en este equipo de jugadores nacidos en 1980 y 1981, cuando España no había logrado el mayor éxito de su historia -la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles en 1984-, el talento se alía con el talante ganador y el espíritu de grupo. Y es en esa situación cuando resulta más difícil discernir qué fue más importante, si la mano letal de Navarro, la capacidad atlética con la que Dramec replicó a los estadounidenses, la solidaridad y determinación para capturar rebotes que exhibieron Bueno, Gasol, Gabriel, Reyes o esa extraordinaria capacidad para conducir un equipo que posee Raúl López, por no citar el triple con el que Cabezas acabó de rematar al aturdido equipo estadounidense a 45 segundos del final.

ESPAÑA 94 - ESTADOS UNIDOS 87

España: Raúl López (13), Navarro (27), F.Cabeza (0), Reyes (9), Gabriel (17); Dramec (9), Bueno (7), Gasol (7), C.Cabezas (5), Berni Rodríguez (0) y Herráiz (0).Estados Unidos: Dooling (12), Lepore (8), Chris Williams (7), Collison (2), Wright (7); Jacobson (4), Lance Williams (8), Logan (18), Simmons (19), Hall (0) y Parker (2). Árbitros: Martínez (México) y Reezer (Alemania). Pabellón Multiusos de Lisboa. 12.000 espectadores. Final de la sexta edición del Mundial júnior de baloncesto.

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Los jugadores españoles pertenecen a equipos de la ACB pero apenas han disfrutado de minutos de juego en la Liga española y se han tenido que contentar muchos de ellos con actuar en la Liga LEB, una especie de segunda división. Es el viejo dilema del baloncesto español repleto de extranjeros pero que, a partir de ahora, cuenta con la garantía de un ramillete de figuras que van camino de unirse y mejorar las expectativas de unos mayores que no hace siquiera un mes lograron la medalla de plata en el Europeo absoluto. Ese grupo irrumpió en el partido con tal descaro, ante un equipo estadounidense que había arrasado hasta ayer, que llegó a ser excesivo.

Sainz de Aja tuvo que frenar los ímpetus. Hacer ver a sus jugadores que no podían jugar con tanta alegría, que debían evitar un simple intercambio de canastas, que debían aplicarse en defensa -fue maravillosa la que impusieron del minuto 30 al 35 cuando infligieron un parcial de 7-0 a los estadounidenses, que debían combinar el contrataque -la conexión López-Navarro fue letal- con las jugadas en juego estático y la circulación de balón para buscar una óptima selección de tiro... Baloncesto de libro. Baloncesto de oro.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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